Los rentistas lo tienen cada día peor
Semana abundante en malas noticias para las rentistas, aquellos que poseen un cierto patrimonio financiero con el que atienden o[…]
Semana abundante en malas noticias para
las rentistas, aquellos que poseen un cierto patrimonio financiero con el que
atienden o complementan sus gastos cotidianos. Lo malo es que desde hace algo
más de ocho años, los rentistas sólo reciben noticias inquietantes para sus
intereses. Con unos productos bancarios que apenas dan rentabilidad y la amenaza de
desplome de los valores de renta fija, el aumento de la inflación es un duro
golpe contra la capacidad de compra de quienes dependen de las plusvalías de su
patrimonio. Y el INE ha confirmado que
los precios subieron en diciembre (1,6%) respecto al año anterior, una décima
más que lo anunciado. Por otra parte, el incremento del precio de la
electricidad se ha convertido en una de las grandes noticias de los últimos
días, lo que tendrá su repercusión en el IPC de enero. Si a ello añadimos la
escasa revalorización de las pensiones públicas para 2017 (0,25%) nos
encontramos con un panorama poco alentador.
Con tal escenario se hace necesario un
cierto cambio en la mentalidad de ahorradores/inversores. Con unos tipos de
interés al alza en paralelo a la inflación será más fácil que se pinche la
burbuja de la renta fija a medio y largo plazo, pero también tienen grave
riesgo los valores bursátiles ultradefensivos, el oro y divisas-refugio, como
lo ha venido siendo hasta ahora el franco suizo. El problema es señalar cuáles
son las alternativas por las que hay que optar, teniendo en cuenta, además, las
dos grandes incógnitas políticas que van a tener una decisiva influencia en la
evolución de los mercados: la presidencia de Trump y las consecuencias del
Brexit. Ninguna de estas dos incógnitas ha llegado a pasar todavía factura y,
sin duda, la pasarán. El mejor consejo
es no precipitarse hasta comprobar las primeras medidas y reacciones del nuevo
inquilino de la Casa Blanca y las decisiones que se toman en Londres y que,
para mal de la Unión Europa, pueden ir en paralelo. Y hacerse la idea de que
habrá que invertir una parte del patrimonio en renta variable por muy conservador
que sea uno.