Los sacrificios que nos pedirá Pablo Iglesias
A Podemos hay que agradecerle que haya puesto sobre la mesa cosas de las que se hablaba poco, aunque algunos[…]
A Podemos hay que agradecerle que haya puesto sobre la mesa cosas de las que se hablaba poco, aunque algunos lleven años exigiéndolas, como las nacionalizaciones de sectores estratégicos o la renta básica. También la construcción de esta unión monetaria y de este modelo fiscal que sufrimos. Y, sobre todo, la auditoría de la deuda pública y el impago de la que se determinaría como "odiosa" tras su realización, porque se supone que procede de la socialización de las pérdidas de empresas privadas. Está muy bien crear el caldo de cultivo para que cuajen estas ideas que son de justicia en un contexto en el que la gestión de la crisis está dejando a tanta gente en la cuneta.
Pablo Iglesias, por unas razones o por otras, ha gozado de un espacio mediático, de minutos televisivos en "prime time" para dedicarse a esa noble tarea de concienciación, de dejar caer medidas que presenta como "de sentido común", de "extrema necesidad" y no de "extrema izquierda". Construye hegemonía. Es discípulo de Antonio Gramsci.
Con este discurso poco ideologizado en las formas, pero mucho en el fondo, ha querido convertir a Podemos en un partido atrapalotodo, en una red que quiere pescar en todos los caladeros. Y eso lo hace como nadie. Es lógico si tenemos en cuenta que tres de sus primeras espadas son politólogos: Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón y el propio Pablo Iglesias. Por eso su estrategia es, fundamentalmente, marketiniana. Mucho márketing. Demasiado. Eso es algo que, desde siempre, la izquierda ha criticado: que la política se convierta en un producto de consumo. Pero Podemos ha roto el mito y se comunica con la gente a golpe de slogan, de frase efectista.
El márketing exige simplificación, bajar mucho, mucho el nivel. Y eso nos tememos que hace Podemos. Lo que hay que recriminarle a Pablo Iglesias, a Podemos y a sus ideólogos es que no nos lo cuenten todo, que la toma de las decisiones que proponen es fácil, que todo es cuestión de voluntarismo. Que todo sería una balsa de aceite. Que no habría conflicto. Que no tendríamos que asumir sacrificios.
Efectivamente, la política es el arte de lo posible. La política puede hacer que cualquier cosa sea posible. Pero cualquier decisión trae consigo consecuencias. Máxime cuando se propone acabar con el "establishment". Juan Carlos Monedero debe de saberlo, dado que ha asesorado al Gobierno de Venezuela, que ha querido hacerlo, no sin violencia.
Diríamos incluso más. Diríamos incluso que antes de que explicaran las consecuencias de sus políticas, tienen que explicar cómo van a hacer posible todas y cada una de las medidas que prometen en su programa electoral. Por ejemplo, ¿a cuánto ascendería la renta básica?, ¿de dónde va a salir el dinero para pagar la renta básica? Pablo Iglesias, a una pregunta de Ana Pastor sobre esto, no puede responder que depende de la coyuntura y del tipo de cambio. También, ¿cómo se llevará a cabo la nacionalización de las empresas de sectores estratégicos?, ¿se llevarán a cabo con compensaciones a sus accionistas actuales?, ¿a quién se encargará la gestión de ese nuevo conglomerado de empresas estatales?
También, ¿qué consecuencias tendría que España impagara parte de su deuda?, ¿llevaría consigo una brutal huida de capitales?, ¿cómo la evitaría?, ¿existiría el riesgo de un corralito?, ¿podría, entonces, financiar los programas sociales que propone?
Las medidas que propone Podemos, en definitiva, también conllevarían muchos sacrificios. Y queremos que nos los expliquen. Echamos de menos que Podemos nos trate como adultos. Y no como un rebaño al que hay que reunir para seguir al pastor ciegamente. O en rebaños, en sus círculos.
Son algunas preguntas. No queremos decir que lo que proponen sea imposible de cumplir. Al contrario. Tenemos muy presente lo que se hizo en el Reino Unido tras la Segunda Guerra Mundial por parte del primer gobierno socialdemócrata que tuvo el país y que fue el único experimento puramente socialdemócrata en un país occidental. Pero nos da la impresión de que había mucho más trabajo previo. El Informe Beveridge. Algo más que simple voluntarismo. Y luchar con un contexto que es mucho más hostil ahora mismo a esas políticas. Los poderes en estos momentos están mucho más organizados, muchísimo más unidos. Y, a diferencia de entonces, no tienen ninguna conciencia social.
Nos tememos también, es una hipótesis, que Podemos tiene demasiado barniz marketiniano y si rascamos hay muy poco. No queremos decir que no haya conciencia. Hay mucha conciencia. Concienciación. Ganas de cambiar las cosas. Pero buscamos, desde la crítica constructiva, un equipo económico que aquí, no aparece y lo echamos de menos.
Las encuestas le auguran un gran éxito en las próximas elecciones generales. Hay que exigirles que, antes de que lleguen, nos expliquen qué quieren hacer, cómo y con qué consecuencias, qué sacrificios tendríamos que asumir.