Manuel Pizarro, el espejo en el que se miran los accionistas minoritarios de Dia
Batalla final por Dia. La junta general de accionistas decidirá qué estrategia es la más conveniente para la supervivencia de la compañía. La división es total, incluso entre los accionistas minoritarios, pero algunas de las partes se muestran partidarias de llegar a un acuerdo.
Con Dia, parodiando a Winston Churchill tras el desembarco aliado en distintos puntos del Norte de África en noviembre de 1942, no se sabe si estamos al final, en el principio del final o más bien, en el final del principio. Es lo que tiene la gran incertidumbre que rodea desde el pasado verano a la compañía de distribución que ha vivido situaciones de todo tipo. Un histórico descalabro en bolsa, la salida de dos presidentes, de dos consejeros delegados y de un director financiero, entre otros cargos; un agujero desconocido en sus cuentas de 2017, una pérdidas en las de 2018 de más de 300 millones de euros que le han dejado en quiebra técnica, un anuncio de ampliación de capital, una opa... Y ahora llega el momento crucial, con la junta general de accionistas en la que se elegirá el plan que debe asegurar la supervivencia de la compañía.
En este número de INVERSIÓN tienen toda la información sobre los proyectos de futuro de las diferentes partes implicadas en el control de Dia. Pero me ha llamado la atención que el empresario Rafael del Castillo, que preside la Asociación de Accionistas Defensores de DIA, invoque la figura de Manuel Pizarro, el gran protagonista de las opas sobre Endesa, que terminó con los accionistas felices porque el precio de los títulos de la eléctrica que dormitaban en ese momento en el parqué bursátil por debajo de los 20 euros, llegaron a superar los 40.
En Dia, en cambio, la situación nada tiene que ver. Porque pase lo que pase en los próximos días, los accionistas cuentan con muy pocas posibilidades de recuperar lo perdido. No son los únicos que ven el futuro con mucha inquietud. Ahí están también los trabajadores, que ya se están movilizando ante la amenaza de un expediente de regulación de empleo. Y, sobre todo, los franquiciados, muchos de los cuales no solo han perdido la única fuente de ingreso que contaban para sus familias, sino que además se enfrentan a una deuda contraída con la compañía que, por término medio, ronda los 60.000 euros.
Gane quien gane en la junta general de accionistas que se celebrará el próximo miércoles 20 de marzo, no lo tendrá fácil. Ni para sacar adelante la empresa de la crítica situación económica que se encuentra ni para cerrar las numerosas heridas abiertas en los últimos meses.