Múnich-Barcelona
«El avión acababa de aterrizar. Daladier salió penosamente de la cabina y puso pie en la escalera; estaba pálido. Hubo[…]
«El avión acababa de aterrizar. Daladier salió penosamente de la cabina y puso pie en la escalera; estaba pálido. Hubo un clamor enorme y la gente se echó a correr, rompiendo el cordón policial, llevándose por delante las barreras? Gritaban ¡Viva Francia! ¡Viva Inglaterra! ¡Viva la Paz!, enarbolaban banderas y ramos de flores. Daladier se detuvo en el primer escalón: los miró con estupor. Se volvió hacia Léger y murmuró entre dientes: ¡Si serán gilipollas!».