Necesaria cooperación internacional

El desarrollo tecnológico, especialmente en el caso de las nuevas tecnologías de la información, lleva a una nueva fase en[…]

El desarrollo tecnológico, especialmente en el caso de las nuevas tecnologías de la información, lleva a una nueva fase en la globalización. Esta fase se caracteriza por tener como fuentes del crecimiento a la creatividad y a la propia innovación. El sector bancario será uno de los más beneficiados. Realmente lo serán sus clientes, reforzando el esquema de la relación con su banco que se apoya en tres principios: transparencia, eficiencia y seguridad.

El mundo actual está cada vez más integrado. Aunque esta integración lamentablemente no está exenta de riesgos. La propia complejidad de la crisis financiera internacional surgida en 2008 es quizás el mejor ejemplo. Casi una década transcurrida y aún se debate sobre sus orígenes y se intentan valorar todas sus consecuencias. A partir de la certeza del detonante de las hipotecas subprime en Estados Unidos y de la forma en que se desarrolló a nivel internacional, el resto de lo que concierne a la crisis es debatible. La crisis ya está superada. Pero existe una enorme incertidumbre sobre el escenario internacional en que se ha desarrollado.

Las crisis financieras suelen ser más profundas y difíciles de superar. Necesitan para ello que se tomen medidas y reformas que corrijan realmente las debilidades y excesos  existentes. Las reformas emprendidas en el sector financiero en los últimos años acompañadas de una supervisión más estricta, nos dejan unos bancos más sólidos y resistentes. Los bancos están siendo fundamentales para la recuperación económica que todos percibimos en estos momentos. Y sin embargo esto no parece ser suficiente. No lo es para que se eliminen las incertidumbres económicas y financieras a futuro. En el primer caso por el bajo crecimiento potencial de las principales economías. Las incertidumbres financieras se centran especialmente en el elevado endeudamiento a nivel mundial, apoyado en unas condiciones financieras excepcionalmente laxas. 

Es complicado eliminar todas estas incertidumbres. Son una parte de los riesgos con los que debemos aprender a vivir en un mundo tan integrado. Hablamos de interdependencia en la economía y a nivel financiero. Con todo, el más importante de los riesgos en estos momentos es la geopolítica. ¿Cómo cubrirnos de todos estas amenazas?. Todos debemos demostrar la misma resiliencia que han mostrado los bancos al adaptarse a un entorno regulatorio, económico y financiero tan complejo. Y valorar de forma positiva la innovación y el mayor dinamismo económico que acompaña a la integración internacional. Se puede afirmar que la integración mundial conlleva costes y beneficios. La inclinación de la balanza hacia estos últimos pasa por mejorar la cooperación internacional. No solo es razonable y apropiado. Es obligado. 

La cooperación internacional ha funcionado a la hora de enfrentarse a las debilidades que tenían los bancos antes de la crisis. Y debe seguir haciéndolo al asumir nuevos retos, como es la regulación y supervisión de la banca en la sombra. Comenzando por valorarla. En un mundo dominado por la información instantánea, es importante tratar de calibrar las debilidades que pueden surgir ante potenciales shocks. Este ejercicio es ya habitual en los bancos, a través de los test de estrés. Y bajo actividades similares, la regulación y supervisión también debería serlo para el sector financiero no bancario.

Pero el verdadero objetivo de nuestras autoridades en estos momentos pasa por mejorar la coordinación política a nivel internacional.  Es la contrapartida natural a los riesgos de tipo geopolítico. Una amenaza potenciada por la digitalización. Los riesgos amplificados por la interconexión mundial exigen ser abordados de forma conjunta. Más allá de la seguridad y protección, está la mayor certeza que todos precisamos al valorar el futuro. 

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