"No taper": Bernanke no se conforma

Los datos que últimamente se están publicando en España, tanto de actividad industrial, como de consumo, de empleo, del sector[…]

Los datos que últimamente se están publicando en España, tanto de actividad industrial, como de consumo, de empleo, del sector exterior... dan alguna esperanza de que la situación se estabiliza. El Gobierno español está muy contento. No deja de pasar una oportunidad para mostrar su alborozo. Mariano Rajoy parece estar conforme y confía en la inercia, en el futuro, en que sin hacer nada más, por sí sola, la economía irá recuperando el tono, sobre todo animada por los socios europeos, que también han comenzado a tirar. Al menos, tenemos que reconocerlo, esa confianza del presidente en que el tiempo todo lo cura libró a España de un rescate a la griega, mucho más duro en sus condiciones que el que se encargó de tapar los agujeros de los bancos.

El Gobierno está contento y confiado. Pero, entonces, no sabemos qué haría de tener los datos de Estados Unidos. Recordemos un par de datos: el país crece desde el tercer trimestre de 2009 y ha sido capaz de bajar la tasa de paro desde el 10% hasta situarla por debajo del 7,5%. Esa evolución, junto con la del precio de la vivienda, que sufrió su duro correctivo y ya ha vuelto a subir, además de la del valor de otros activos, como los bursátiles o los de la renta fija, animados, claro, por las tres rondas de expansión cuantitativa de la Reserva Federal, los tres programas de compra de activos por parte del banco central estadounidense, hacían pensar que Ben Bernanke empezaría desde ya a poner fin estas medidas heterodoxas. Él mismo lo avisó en el mes de mayo. Preparó al mercado para ello.

Pero Bernanke, a diferencia de Rajoy, no ve el vaso medio lleno, sino medio vacío. La autoridad monetaria estadounidense ve que se crea empleo, pero le preocupa que la población activa haya caído a los niveles más bajos desde el año 1978, porque hay mucha gente, sobre todo los parados de larga duración, que han perdido toda esperanza de volver a encontrar un puesto de trabajo. Teniendo en cuenta los trabajadores expulsados por el sistema, la tasa de paro, según cálculos de Alberto Matellán, de Inverseguros, estaría en el 8,5%. Por eso, Bernanke no se conforma como el Gobierno español, sino que es un inconformista nato. O, simplemente, sabe más historia y conoce, porque lo ha estudiado en profundidad, lo que sucedió en los años treinta cuando se cometió un error de cálculo fatal y se dejaron de aplicar estímulos demasiado pronto. Ha vuelto a insistir en que seguirá aplicando una política ultra-laxa hasta que la tasa de paro haya bajado hasta el 6,5%.

Bernanke quiere evitar por todos los medios que la economía dibuje una "W". El PIB europeo ha adoptado esa forma. La mala resolución de una recesión trajo consigo otra que acaba de terminar, aunque con mucho riesgo de recaída en una tercera, como avisaba hace unos días el nefasto dato de producción industrial publicado en la zona euro. Veremos qué pasa con el PIB del tercer trimestre.

Tienen razón quienes dicen que la Reserva Federal está dopando a los mercados. Pero también la tienen quienes dicen que quizás ello sea necesario para que la economía real se recupere definitivamente. No podemos olvidar que hay una ligazón directa entre la economía financiera y la real y ésta reside en los tipos de interés.

La política monetaria de la Reserva Federal no ha sido gratuita: buscaba mantener los tipos de interés a largo plazo en niveles muy bajos para, de esta manera, fomentar la inversión empresarial que es lo que finalmente revierte en la creación de empleo. No era éste el momento de retirar estímulos y que, como consecuencia, se dispararan los costes de financiación de las empresas. O las de las hipotecas, que en EE.UU. están ligadas a los tipos a largo, como nos recuerda Jesús de Blas, de Crédit Agricole-Mercagentes. Sería fatal que justo ahora se gripara el mercado inmobiliario. Sólo con las palabras de advertencia que pronunció en mayo, Bernanke elevó la referencia de los costes de financiación a diez años desde el 1,64% hasta rozar el 3%. En definitiva: se duplicaron los costes de financiación. Y se supone que sólo se estaba descontando un recorte de 10.000 millones de dólares en las inyecciones mensuales que realiza la Fed y que ahora mismo se elevan a 85.000 millones. Eso era lo que decía el consenso que iba a ocurrir ayer.

En las últimas horas se ha revertido la tendencia de la deuda. No sólo en la deuda estadounidense. También en todas las demás. Especialmente en la alemana.

Bernanke también vela por el dólar, aunque no lo diga, porque está muy feo. A la economía estadounidense le favorece que el billete verde se deprecie: así Estados Unidos gana competitividad frente a otras economías como la japonesa o la británica cuya política monetaria expansiva funciona a pleno rendimiento. En esta situación, Bernanke no podía echar el freno. Tampoco en un contexto en que los países emergentes comienzan a sufrir un serio enfriamiento, que se agravó por el aviso de que la Fed iba a reducir de inmediato las inyecciones de liquidez. Algunos de esos países son demandantes netos de financiación. Si se secaran los flujos de dinero, se correría el riesgo de sufrir crisis similares, aunque no de la misma dimensión, a las que tuvieron lugar en los años noventa. No estamos para sustos de ese tipo.

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Y, por último, está el tema de la inflación. Quienes han estado en contra de las políticas expansivas de los bancos centrales han argumentado lo mala que será la inflación que crearán. La Reserva Federal norteamericana lleva cinco años imprimiendo dinero a mansalva y el IPC crece a un ritmo de apenas el 1,5%. Y hay economistas muy reputados que avisan de la conveniencia de establecer objetivos de inflación más altos. Por ejemplo, del 4%. Y esto va para quienes están preocupados por la deuda de Estados Unidos. Por el mero efecto de la inflación, la dimensión del endeudamiento se contrae.

Europa sigue siendo la pieza más discordante en el mundo desarrollado. Sobre todo su banco central. El mensaje del rey de Holanda escrito por el Gobierno supuestamente socialdemócrata de su país nos deja las cosas muy claras de por dónde nos quieren llevar los jerifaltes de la Unión Europea.

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