Norman Foster: así es el arquitecto más rico del mundo

Nació en uno de los barrios más pobres de Manchester, pero no se resignó a su destino. Hoy, Norman Foster es el arquitecto más rico del mundo.

Si alguien busca Manchester en Internet hallará que es la primera ciudad industrializada de la historia. De hecho, fue clave en la Revolución Industrial. Si continúa indagando saldrá a relucir que acoge al Manchester United, el club de fútbol más rico del mundo, y al Manchester City de Pep Guardiola, vigente campeón de la Premier League.

Y si hace una batida más extensa descubrirá que, hace medio siglo, el centro de la ciudad estaba dividido por unas vías que demarcaban, literalmente, los barrios suburbiales de la clase media. Ahí, en la zona más pobre, se crió el millonario arquitecto Norman Foster.

Hijo del dueño de una tienda de empeño y de una camarera, Foster siempre fue consciente de que su futuro debía labrárselo él mismo. En su casa no había televisión ni teléfono ni libros. Por no haber, no tenía ni cuarto de baño y debía apañárselas con un barreño. Tampoco le gustaba jugar con los chavales del barrio y los únicos momentos alegres que recuerda cuando era niño eran de cuando iba a la playa, en Blackpool.

Todo cambia en la Universidad
Comenzó a rozar la felicidad cuando ingresó en la Universidad para estudiar Arquitectura y Urbanismo. «Que en mi barrio alguien aspirara a tener una carrera era tan inaudito como que uno llegara a ser Papa», asegura. Tres circunstancias se alinearon para que el joven Norman acabase en esa facultad mancuniana. La primera, que no tenía dinero para costearse su gran sueño: pilotar. La segunda, que su psicólogo, inspirado por la pasión por la pintura que veía en él, le orientó para que realizase un trabajo creativo. Y la tercera fue su intención de seguir el camino de genios de la arquitectura como Frank Lloyd Wright y Le Corbusier.

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Gracias a esa convicción fue capaz de pagarse los estudios trabajando como vendedor de muebles, panadero, empleado en una heladería o portero de discoteca. «Como estudiante, e incluso ahora, siempre tuve interés por los espacios y las ciudades. Me llama la atención la arquitectura, no los arquitectos», aseguraba en una entrevista al diario ABC.

En 1961, tras graduarse, obtuvo una beca para cursar un posgrado en Yale, lo que le permitió escapar de la opresiva Manchester. Aquel fue un viaje académico y reflexivo que le proporcionó la paz necesaria para regresar a su país de origen dos años después. Sus progenitores, orgullosos del cariz que estaba tomando la trayectoria de su retoño, fueron testigos de su pistoletazo de salida en el mercado laboral arquitectónico. Fundó, junto a su primera mujer -Wendy Cheesman-, Richard Rogers y Georgie Wolton, el estudio Team 4. Sin perder el tiempo y de forma paralela, montó junto a su esposa la firma Foster Associates.

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