Obama admite los errores de EE.UU. en Argentina durante el pasado

Carambolas de la historia hicieron que Barack Obama estuviera en Buenos Aires en el 40 aniversario del último golpe de[…]

Carambolas de la historia hicieron que Barack Obama estuviera en Buenos Aires en el 40 aniversario del último golpe de Estado, perpetrado el 24 de marzo de 1976. La coincidencia, no deliberada, amenazó con abrir la caja de las tempestades contra Estados Unidos y empañar una visita que ha vuelto a poner a Argentina en el mapa del mundo moderno.

Obama regresó ayer a Washington tras su visita a Cuba y Argentina. De ambos países se fue con la misión cumplida. Imaginar un balance más positivo para él resulta difícil pero para el gobierno de Mauricio Macri roza lo imposible. El hombre más poderoso del planeta, en un puñado de horas, le consagró nuevo líder del continente y referente en el mundo.

Durante su estancia ?llegó en la noche del martes?, Barack Obama reconoció lo bueno y lo malo que hizo EE. UU. en el pasado en Sudamérica; también habló del presente y de lo que puede ofrecer para el futuro de Argentina en lo que le queda de mandato (menos de un año). Palabra más, palabra menos: facilitar inversiones, tecnología, colaboración real en la lucha contra el narcotráfico y crimen organizado, adiestramiento, capacitaciones y todo lo que se refleja en los acuerdos que firmó en materia de seguridad, narcotráfico y comercio.

En su último día Obama y Macri realizaron una ofrenda floral en el Parque de la Memoria, un espacio dedicado y con placas de los nombres de los desaparecidos ?y muertos? de la última dictadura y del Gobierno democrático de Isabel Martínez de Perón.

Allí, a orillas del río de la Plata, como la víspera, el presidente de Estados Unidos volvió a hacer una autocrítica como jefe de Estado. Reconoció que «hemos tardado en defender los derechos humanos», en alusión directa a Argentina. «Sé que existen polémicas sobre la política de Estados Unidos en esos días oscuro. Las democracias deben tener el valor de reconocer cuándo no se está a la altura de los ideales que defendemos».

Más no se le podía pedir pero fue más lejos y se dirigió a los familiares de las víctimas porque actuaron, «con valentía y perseverancia». Asimismo, les hizo responsables de que «se cumpla con la promesa de Nunca Más», en alusión al alegato del fiscal del juicio a las Juntas Militares, Julio César Strassera, que terminó con esa expresión que dio nombre al informe de la Conadep (Comisión Nacional para la Desaparición de Personas) donde se recogen los casos de tortura, violaciones, secuestros y desapariciones de 7.954 argentinos entre 1976 y 1983, tiempo por el que se prolongó la dictadura.

En ese espacio, en «el Día Nacional de la Memoria, la Justicia y la Verdad», como recordó a su lado Mauricio Macri, faltaron los organismos que defienden los derechos humanos y representantes de las asociaciones de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, críticas con «el representante del imperio». No obstante, Obama tuvo palabras de reconocimiento para la labor de las abuelas que han logrado recuperar a 119 nietos arrebatados a sus madres parturientas o secuestrados cuando eran bebés por los militares que los entregaban a familias afines.

Las imágenes de la víspera de varios miles de personas, que se manifestaron en contra de la presencia de Obama y quemaron banderas de Estados Unidos, son una prueba de que en Argentina siguen abiertas las heridas de un pasado que también sirvió, en tiempos recientes del matrimonio Kirchner, como arma arrojadiza para dividir más a los argentinos. Aunque, en rigor, Estados Unidos no fue en Argentina donde maniobró para que los militares se alzaron con el poder, le vino como un guante en su combate contra el comunismo que amenazaba con extenderse de Cuba a Tierra del Fuego. La afinidad con el régimen militar se ilustra con la imagen que solía recordar Gustavo Figueroa, jefe de Gabinete del canciller de facto, Nicanor Costa Méndez, cuando veía «a Vernon Walter (militar y ex director de la CIA) entrar en el despacho del general Galtieri sin llamar a la puerta» .

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Memoria selectiva

A Graciela Fernández Meijide, con un hijo desaparecido y miembro de la Conadep, le parecieron absurdas e injustas las manifestaciones contra Obama, «se acuerdan de los gobiernos republicanos pero ?advierte? se olvidan de Jimmy Carter (activo detractor de aquellos regímenes) y no dicen nada de que Obama haya terminado con el embargo a Cuba y quiera cerrar Guantánamo? Tratar de impedir su visita ?advertía el lunes? es como intentar prohibir al Rey de España que venga a Argentina porque fuimos colonia».

Mauricio Macri escuchó la reivindicación que hizo Obama de periodistas estadounidenses, diplomáticos y de la gestión de Carter que combatió con firmeza el régimen militar que impuso, durante siete años, un plan sistemático de desaparición de personas. Al tomar la palabra recordó el golpe que dio paso a «la época más oscura de nuestra historia». En esa línea, instó a la unidad para asumir «el compromiso en defensa de la democracia y de los derechos humanos» para que «nunca más se repita la violencia política e institucional». Dicho esto, lo puso en contexto actual e internacional, «todos los días, en algún lugar del mundo se ponen en riesgo».

El 24 de marzo de 1976 gobernaba en Argentina «Isabelita», la viuda de Juan Domingo Perón, que cerró los ojos a los asesinatos que cometían los escuadrones de la AAA (Alianza Anticomunista Argentina) organizados desde el Ministerio de Acción Social que coordinaba José López Rega. Su Gobierno convivía con la violencia de diferentes grupos guerrilleros pero los mejor organizados eran los Montoneros.

Terminada la ceremonia, la familia Obama (viaja con mujer, hijas, amigas de hijas y suegra) viajó ?en visita privada? a Bariloche, la misma ciudad patagónica donde se celebró la última Cumbre Iberoaméricana del Gobierno de Carlos Menem.


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