Otro 15 de septiembre de hace siete años
Fue el 15 de septiembre de 2008. En esta fecha se declaró en bancarrota Lehman Brothers, lo que para muchos[…]
Fue el 15 de septiembre de 2008. En esta fecha se declaró en bancarrota Lehman Brothers, lo que para muchos era la confirmación de sus peores temores: nos enfrentábamos a la mayor crisis financiera de la historia reciente. Luego, no mucho más tarde, vino una crisis económica....mundial. Y como si de un complejo juego de dominó se tratara, vimos poco a poco que las ramificaciones de la crisis iban mucho más allá de las subprime o de la complejidad alcanzada en aquel momento por el sistema financiero mundial. Especialmente en los países desarrollados: la crisis del euro, la crisis inmobiliaria, crisis políticas, globalización...y hasta la crisis de refugiados que ahora se percibe con nitidez. También la potencial crisis (presente y futura) de las economías emergentes, con sus mercados sometidos a una presión enorme desde hace un año y medio. Naturalmente, el detonante no fue la quiebra de Lehman. Probablemente sí la crisis subprime. Pero su gestión fue un proceso largo, quizás más de una década anterior, con problemas que se fueron desarrollando en términos de regulación y supervisión para la banca y de excesos, de precio y apalancamiento, en los mercados.
¿Qué ha ocurrido durante todo este tiempo? Se ha profundizado la regulación de la banca, cuando la supervisión se ha hecho mucho mas férrea. Las pruebas de estrés son ya habituales, buscando siempre hacerlas más perfectas de forma que realmente la banca tenga suficiente capital y liquidez para responder a un escenario que empeore en el futuro. El riesgo sistémico ya se considera un peligro en sí mismo, lo que ha puesto sobre la mesa la necesidad de extremar las medidas macroprudenciales que complementen a las tradicionales. Todo lo que sea necesario para evitar una crisis como la que sufrimos desde (no hablemos en pasado) 2008. Pero, ya saben lo que se dice: nunca dos crisis son iguales.
De hecho, las autoridades se han enfocado en tratar de prevenir una crisis que tenga su origen en los excesos desde la banca. Pero, ¿a qué precio? El funcionamiento de los mercados financieros se ha hecho dependiente del apoyo de los bancos centrales, perdiendo un protagonista principal para la innovación y profundidad como era la banca. Pero, los mercados han seguido apreciándose (y aumentando su tamaño) cuando la recuperación de la economía ha seguido siendo desigual y limitada. ¿Resultado? La deuda sigue siendo enorme, en el caso de los países desarrollados compensando el fuerte aumento de la deuda pública la reducción del tamaño de la privada. Un mayor apalancamiento en un contexto de debilidad económica estructural. La crisis de 2008 no fue originada en los mercados, especialmente en las bolsas. Pero, son los mercados, más allá de las bolsas, los que ahora pasan a ser el principal factor de riesgo a futuro. La estabilidad financiera condiciona a la económica y no lo opuesto que sería normal. Claro que ahora es ya difícil saber lo que es normal.
Lo increíble de todo esto es que, en general, aún no sabemos bien cuándo finalizará la crisis. No sólo por las ramificaciones a las que me refería antes, como también por el hecho de que muchos de los problemas iniciales siguen acompañándonos. Antes he mencionado al elevado endeudamiento. La escasa demanda final a nivel mundial, producto de factores cíclicos y estructurales. Los excesos en los precios de la vivienda, donde las condiciones financieras extraordinariamente laxas favorecen, de nuevo, considerarla como inversión pese a que aún no se ha ajustado del todo. Y me refiero a stock y a los propios precios, contemplados estos en términos relativos a salarios y alquileres.
En definitiva, es importante asumir que la crisis de 2008, bajo la misma o diferente forma, con diferente nombre, aún nos amenaza. Pero, es cierto, la quiebra de Lehman sí fue historia. Una historia pasada, muy difícil que se vuelva a repetir a corto plazo. Algo es algo.