Perspectivas hasta fin de año
La decisión del Reino Unido tomada en referéndum de no permanecer en la Unión Europea es un evento que tendrá[…]
La decisión del Reino Unido tomada en referéndum de no permanecer en la Unión Europea es un evento que tendrá consecuencias negativas, pero cuyo alcance no es fácil determinar habida cuenta de que se abren muchas opciones que llevan a resultados distintos.
Lo malo del 'Brexit' es que se ha producido en un momento en el que la economía global tenía un crecimiento más bajo que alto, pero recordemos que crecimiento positivo y alejado de una recesión.
Nuestra hipótesis central es que no será un hecho por sí mismo desencadenante ni de una recesión global ni de una crisis sistémica. Pero es necesario que tanto el Reino Unido como la Unión Europea gestionen bien la compleja situación creada. Si ocurriera esto, nuestra idea es que el Brexit supondrá una merma del 2 por ciento del PIB británico, un 0,3 por ciento para el resto de Europa y un 0,1 por ciento a escala mundial.
El 'Brexit' destruye valor por sí mismo, pues, por una parte, crea costes que antes no existían y, por otra, incrementa la incertidumbre, que se transforma en volatilidad en los mercados. Si la salida del Reino Unido se hace de la manera que suponga la menor creación de costes (por ejemplo, con un esquema de colaboración similar al que tiene Noruega con la Unión Europea) y se hace de un modo rápido y contundente, reduciendo al mínimo la incertidumbre, se cumplirían nuestras previsiones. Cualquier otra solución aumentará el impacto económico y causará adicionales caídas en los activos de riesgo.
Pero dentro de la renta variable han aparecido muchos matices. La más perjudicada ha sido la continental europea, ya que la británica ha neutralizado su retroceso con la caída vertical de la libra y lo que eso significa para empresas multinacionales y exportadoras. Las acciones norteamericanas han conseguido sortear la situación al percibirse como la opción menos arriesgada dentro del mundo de las bolsas.
Seguimos viendo que los bonos soberanos están totalmente sobrevalorados y que hay una fuerte asimetría entre la rentabilidad que ofrecen y los riesgos que hay que asumir con su tenencia. Por ello, los tenemos totalmente infraponderados en nuestras carteras.
En las divisas, sólo recomendamos el dólar, aunque nuestra convicción se ha debilitado habida cuenta de que los mercados otorgan una baja probabilidad a que se produzcan nuevas subidas de tipos por parte de la Fed, que sería lo que actuaría de catalizador para la divisa norteamericana.