Pudimos

Con el miedo en el cuerpo tras comprobar en Andalucía que Podemos ya no es capaz de atraer al votante[…]

Con el miedo en el cuerpo tras comprobar en Andalucía que Podemos ya no es capaz de atraer al votante socialista descontento, Pablo Iglesias vuelve a reaccionar a lo soviet: con una nueva purga. Su lista de candidatos a diputados en las próximas elecciones deja fuera a cerca de dos tercios del actual grupo de Podemos en el Congreso. Unos por errejonistas, alguno por bescansero. La mayoría por no ser del séquito del líder. Todos ellos saben que no repetirán en el escaño -algunos ni siquiera querían hacerlo- e Iglesias, por tanto, pierde toda autoridad sobre ellos. Cualquier escuela de dirección calificaría este movimiento de suicidio. Y más si tiene lugar a las puertas del mayor reto que Podemos tiene por delante: unas nuevas elecciones en las que la desmovilización de las bases progresistas jugará un papel crucial. ¿Acaso el trabajador que sabe que va a ser despedido mantiene una luna de miel con la dirección que le va a cesar? Si en vez de un empleado son dos tercios del equipo quienes se encuentran en esta tesitura, no será de extrañar que los problemas internos empiecen a aflorar en el grupo parlamentario de Podemos en las próximas semanas. Pero seguro que todo será culpa de Vox.

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