Qué hacer con la renta fija este año

El entorno (posible mayor inflación y tipos de interés más elevados) no es el mejor para la deuda. Pero los expertos ven aún algún nicho interesante e incluso de esas rentabilidades más elevadas pueden surgir opciones de inversión. 

Si uno de los riesgos existentes en 2018 es un posible regreso de la inflación y que los tipos de interés puedan subir más de lo esperado, éste no es el mejor escenario para la renta fija.

Según David Ardura, de Gesconsult, 2018 será el año de la normalización monetaria, proceso en el que la Fed está más avanzada, pero al que pronto debería unirse también el BCE puesto que la situación económica exigiría unas tasas oficiales más elevadas y porque las expectativas de inflación (único indicador rezagado en la zona euro) aún no recogen la subida del crudo ni la de los precios industriales de China y EE.UU.. Según Ardura, pese al mensaje suave que mantiene Mario Draghi, el inicio de la normalización monetaria y la retirada de estímulos tendrá implicaciones alcistas para los tipos que, de forma similar a lo ocurrido en EE.UU., se pueden mover en rango durante un periodo prolongado de tiempo. Eso es lo que ha ocurrido en 2017 y lo que invita a los expertos de Santander AM a aconsejar una gestión activa de la renta fija, puesto que es probable que aumente la volatilidad. Y es que puede haber fuerzas encontradas: por un lado, el proceso de subida de los tipos y, por otro, los riesgos, que pueden favorecer a los bonos más conservadores. Entre esos riesgos destacan los miedos económicos en EE.UU. y los que señalan desde Robeco y que pasan por China, su factor imprevisible y la posibilidad de que en marzo rebaje su objetivo de crecimiento.

Los expertos anticipan tipos más altos en la deuda pública. Aunque unos con mayor agresividad que otros. Los de Goldman Sachs asumen que los tipos de los bonos a diez años subirán entre 10 y 25 puntos básicos. Mientras, los de Deutsche Bank afirman que el interés del diez años americano puede llegar al 2,5 por ciento o por encima y su comparable alemán, al 0,80 por ciento. Los de Mirabaud, mucho más agresivos, apuntan que el rendimiento del título estadounidense podría llegar al 3,5 por ciento. Y los de Santander AM estiman que el diez años alemán tenderá hacia el 1 por ciento.

Hablando de EE.UU., una cuestión que preocupa es el aplanamiento de la curva de tipos, dado que, si se invierte, se toma como un indicador adelantado de recesión. Según los expertos de Deutsche Bank, el aplanamiento reciente, que puede ir a más, sugeriría una recesión en algún momento a principios de la década de 2020.

¿En qué invertir?

¿En qué se traducen estas expectativas en términos de inversión? Según Nick Maroutsos, co-gestor de la estrategia Absolute Return Income de Janus Henderson, en realidad, las oportunidades son limitadas, a la vista de los rendimientos bajos o negativos y de los riesgos asociados a las inversiones. En todo caso, este experto afirma que hay que reducir el riesgo de duración. Y, de hecho, David Ardura recomienda coberturas sobre los tipos a largo plazo. Asimismo desaconseja la deuda soberana, a excepción de la de Portugal. A Maroutsos, dentro del mundo desarrollado le gusta la deuda australiana.

Pero Lionel Aeschlimann, de Mirabaud, cree que, de cumplirse con su pronóstico de que el diez años americano llegue al 3,5 por ciento, puede constituir una oportunidad de entrada entonces. Y es que, como señala Paul Brain, gestor del BNY Mellon Global Dynamic Bond Fund, «es probable que las tires de los bonos repunten levemente en un primer momento pero, una vez se produzca, la demanda volverá a verse respaldada por los inversores a los que les preocupe cómo afectará el endurecimiento de las políticas monetarias a la economía y a los activos de riesgo». Ignacio Victoriano, de Renta 4, añade que si bien evita la deuda pública, niveles atractivos del bono alemán estarían entre el 0,7 y el 0,75 por ciento y del americano, en el entorno del 2,80 por ciento.

Visiones sobre el crédito

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Limitadas oportunidades y rentabilidades, pues, en la deuda pública de los mercados desarrollados. ¿Puede ofrecer algo más la corporativa? Ana Rivero, de Santander AM, señala que el crédito es una alternativa atractiva en un entorno de tipos bajos dado que su rentabilidad es algo más elevada que la de la deuda soberana y porque las compañías están optimizando sus costes de financiación y extendiendo vencimientos, lo que les da soporte y debería mantener las tasas de default por debajo de su media histórica. «El crédito mantiene su perfil de activo diversificador de carteras en un contexto en el que la escasa remuneración y la necesidad de explorar fuentes de aportación de valor seguirán presentes en los mercados de renta fija», asegura Rivero. 

Brain señala que es posible adoptar un enfoque selectivo en crédito centrado en las empresas mejor posicionadas para beneficiarse de un mayor futuro respaldo público a la economía que prevé que llegará cuando el crecimiento flaquee: «El progresivo aumento del gasto en defensa y la inversión en infraestructuras, así como cualquier modificación fiscal que beneficie a ciertos tipos de empresas, podrían servirnos de guía», afirma.
Aunque hay opiniones no tan positivas. Los expertos de Robeco explican: «La calidad del mercado global de crédito ha ido empeorando progresivamente. La solvencia general está bajando y la financiación con condiciones laxas va en aumento, mientras que las llamadas 'empresas zombis' -aquéllas cuya supervivencia depende de recibir cada vez más financiación- han ido proliferando paulatinamente. Todavía no hemos alcanzado niveles críticos, pero las perspectivas han empeorado notablemente, lo que implica que la relación riesgo/rentabilidad ha adoptado una clara inclinación del lado del riesgo». Esto es justo lo que opina Diego Fernández-Albarracín, de Deutsche Bank, pero limitado al 'high yield'. 

David Ardura aconseja no sólo reducir 'high yield' sino también deuda subordinada. Apuesta por una calidad media de la cartera de BBB . Victoriano sí salva a la deuda financiera bancaria AT1, cocos, con opción de cancelación anticipada en 2020-2021. Y Maroutsos, a la deuda de los grandes bancos americanos debido a un marco regulatorio cada vez más sólido centrado en una menor asunción de riesgo y mayores requisitos de capital.

Oportunidad emergente

Luca Paolini, de Pictet AM, que llama a la prudencia con el crédito por la excesiva valoración y su baja calidad, que afirma que en EE.UU. los diferenciales de rentabilidad en deuda empresarial respecto a la del Estado están cerca de mínimos y que la europea es la más cara, afirma que la de emergentes sigue barata, incluso después de haber dado una rentabilidad del 15 por ciento en 2017. También Deutsche Bank y Legg Mason apuntan que la mejor opción en renta fija está en los mercados emergentes. 

Aunque Paolini avisa de que hay que ser selectivos: aconseja cortos plazos y vigilar el posible contagio de la deuda empresarial de mercados desarrollados, mientras que por países cree que puede haber oportunidades en moneda local de Turquía y Rusia. Maroutsos se queda con los emisores asiáticos con importancia sistémica y elevada calificación, como las entidades vinculadas al Estado de los sectores energético, telecomunicaciones y bancario. Victoriano también aconseja ser muy selectivo con emergentes y cree más apropiado apostar por las emisiones en divisa fuerte hasta que se ponga en precio que los tipos de interés pueden subir más de lo esperado.

Otras opciones en el universo de la renta fija pueden ser los bonos flotantes, como sugiere David Ardura, o los títulos ligados a la inflación, como apunta Brain, cuyo riesgo de duración puede cubrirse puntualmente con futuros sobre la deuda gubernamental.

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