Reforma financiera: Bien la música aunque la letra pequeña puede hacer más ruido
Suena bien la última reforma financiera. Parecen haber aprendido de los errores de los cuatro anteriores intentos y el Real[…]
Suena bien la última reforma financiera. Parecen haber aprendido de los errores de los cuatro anteriores intentos y el Real Decreto aborda los problemas reales del sector, preocupándose por vez primera (aunque sin llegar a resolver sus problemas mas inmediatos) de los ahorradores e inversores, pieza fundamental para el funcionamiento del sector bancario. Suena bien la música, aunque queda un amplio desarrollo con una reglamentación pendiente que dará todo el sentido a esta nueva normativa.
Se ha echado de menos a el presidente del BCE, MarioDraghi, o algún responsable económico de la Comisión Europea en la mesa de la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, junto a la vicepresidenta de Gobierno y al ministro de Economía. Porque es evidente, aunque a Luis de Guindos le haya costado reconocerlo a preguntas de una periodista, que esta reforma financiera sólo atiende a los requerimientos del Memorándum de Entendimiento exigido por la Unión Europea para la concesión de los 100.000 millones de euros para la reestructuración del sistema financiero español.
Tras la aprobación de esta reforma, todo queda pendiente de los datos de la auditora Oliver Wyman sobre las necesidades de capital de cada una de las entidades financieras para saber cual se acoge a una reestructuración (ayudas que serán devueltas en un plazo no especificado) y cual necesitara una resolución, lo que supone prácticamente su liquidación con la venta o traspaso de sus mejores activos (fundamentalmente la red porque los otros activos irán al banco malo) a otra entidad. En octubre, vendrá la aplicación práctica para el sector de las medidas adoptadas en el último consejo de ministros.
Es importante que, por vez primera, la reforma se preocupe de la protección de ahorradores e inversores y deje que el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) se ocupe sólo de garantizar los intereses de los ahorradores en los depósitos. La situación actual en la que el FGD se ocupaba de garantizar los depósitos de los clientes, pero al tiempo debía aportar recursos para el saneamiento bancario, es la mejor prueba de la confusión e ineficacia de la situación actual.
Los tenedores de participaciones preferentes no han encontrado una solución a sus problemas con esta reforma, más bien todo lo contrario. La actitud de la Unión Europea es bien conocida: deben pagar junto a los bonistas el saneamiento de la entidad y, si ha habido irregularidades: al juzgado.
En cualquier caso, tenemos ante nosotros muchas jornadas para ir conociendo la letra pequeña de esta reforma. Y ya sabemos que la letra pequeña suele esconder sorpresas grandes.