Sería deseable que la retirada de parte de los estímulos monetarios se acompañe de una mayor certeza regulatoria para los bancos
El Banco Central Europeo (BCE) publicó a finales del año pasado su informe sobre las características del sistema financiero (Reporton[…]
El Banco Central Europeo (BCE) publicó a finales del año pasado su informe sobre las características del sistema financiero (Reporton Financial Structures) correspondiente a 2016. El documento es una buena descripción del sistema financiero europeo, del peso e interconexión de sus componentes, y su importancia en la financiación de las empresas. Para la autoridad monetaria el foco del informe es claramente estructural, pudiendo confirmar el grado de cumplimiento del objetivo oficial de potenciar un mercado de capitales europeo más profundo e integrado. Pero también es interesante desde una perspectiva coyuntural, valorando así los posibles riesgos que presenta su evolución. Riesgos que han podido acentuarse por la aplicación de una política monetaria excepcionalmente expansiva y por la existencia de asimetrías regulatorias dentro del sistema.
El tamaño del sistema financiero europeo supera en seis veces al PIB, un punto por encima de su peso antes de la crisis. Su valoración a finales de 2016 era de 72 billones de euros frente a los 55 billones de 2008. Pero este fuerte crecimiento de la última década esconde un comportamiento muy diferente entre sus diferentes integrantes: bancos, compañías de seguros y fondos de pensiones, fondos de inversión y otras compañías y vehículos financieros.
Los bancos son el componente más importante del sistema financiero,representando un 45 por ciento del total de activos. La estabilidad de este porcentaje en los dos últimos años sigue al fuerte descenso observado desde el inicio de la crisis. Esta caída no es difícil de explicar. Por un lado está la consolidación del sector y los ajustes llevados a cabo en su balance para hacerlo más sólido. Aunque también se ha visto afectado por algunas decisiones de las autoridades, como una regulación más estricta y la gestión de la política monetaria. Unas condiciones financieras muy laxas, presionando a la baja toda la curva de tipos del mercado y empujando al inversor final a buscar rentabilidades en activos alternativos a los tradicionales. Por último, la innovación también facilita la entrada de nuevos operadores en el sector financiero que ofrecen servicios bancarios sin ser bancos.
En estos momentos tenemos un sector financiero más grande, correspondiendo a un mercado de capitales también mayor. Un mercado más integrado a nivel europeo, más interrelacionado en precios, en parte por las medidas extraordinarias de política monetaria desde el BCE. Pero un mercado más grande no significa que los bancos sean menos importantes. El Informe constata que los bancos son los mayores prestadores y tomadores de fondos del mercado. Los bancos son fundamentales para dar profundidad al mercado, favoreciendo su liquidez. Siendo como es su base de negocio la gestión del riesgo, también son imprescindibles para mantener el flujo de financiación que la economía necesita para crecer en un entorno futuro de potencial mayor inestabilidad ante la normalización monetaria. En estos momentos la financiación bancaria cubre entre el 50 y el 80 por ciento de las necesidades de financiación externa de las empresas en los principales países de la zona euro. Especialmente a través de préstamos y en menor medida con la compra de deuda empresarial.
El BCE propuso en su última reunión mensual un esquema prudente de normalización monetaria. La comunicación se convierte en una prioridad a la hora de materializar el cambio de sesgo de la política monetaria. Sería también deseable que la retirada de parte de los estímulos monetarios se acompañe de una mayor certeza regulatoria para los bancos. Y bajo la máxima qué a la misma actividad, mismo riesgo, se aplique la misma regulación y supervisión. Todo ello con el objetivo de preservar la estabilidad financiera, comenzando por la estabilidad bancaria.