Tal para cual
Cuando un tramposo juega con una persona normal, lleva todas las de ganar porque la persona normal respeta las reglas[…]
Cuando un tramposo juega con una persona normal, lleva todas las de ganar porque la persona normal respeta las reglas mientras el tramposo las infringe. Pero cuando dos tramposos juegan, las trampas de uno anulan las del otro y el resultado suele ser desastroso para ambos. Ocurrió en la cumbre, o lo que fuese, del pasado día 20 en Barcelona. Sánchez llevaba en la manga la carta «como no apoyéis mis presupuestos os encontraréis con alguien mucho peor en La Moncloa». Torra le esperaba con 21 demandas, entre ellas un referéndum de autodeterminación, mediación internacional, democratización de España (¡olé!) y, agárrense, desfranquización. «Si no ocurre, los presupuestos se van a pique», vino a decirle. En vez de enviarle a paseo, el pánico de Sánchez debió de ser tal que calló como un muerto. Pero Torra, que a farruco no le gana nadie, lo ha hecho público. Y ahí los tienen, como dos duelistas, apuntándose con sus respectivos chantajes, sin saberse si van de veras o de farol, pues basta que dispare uno para que caigan los dos. De hecho ya han caído.