Tampoco tengamos prisa nosotros

Parece evidente que los secesionistas catalanes no tienen prisa por disfrutar del autogobierno. Ellos están en otra cosa. Puigdemont camino[…]

Parece evidente que los secesionistas catalanes no tienen prisa por disfrutar del autogobierno. Ellos están en otra cosa. Puigdemont camino de Waterloo -en todos los sentidos posibles. Torrent aplazando sin fecha la sesión de investidura del candidato que no será investido por ahora ni, con toda probabilidad, nunca. Y el resto de los golpistas intentando buscar otras formas de violar la ley. Pues estamos de enhorabuena. Porque, mal que le pese a muchos, o por negativo que sea para la normalidad constitucional, lo que esto significa es que seguirá en vigor indefinidamente el artículo 155 de la Constitución.

A Rajoy no le hubiera salido mejor si lo hubiese planeado concienzudamente. Decidió convocar elecciones inmediatamente para devolver el poder a unas instituciones legitimadas en las urnas. Pero precisamente la legitimidad de esas instituciones también se funda en el respeto de la ley, lo que hace imposible entregar el poder a quien la está violando. Eso sería prevaricar. ¿Pudo alguien creer alguna vez que un Gobierno que ha basado su actuación en la aplicación de la legislación vigente iba a violar la ley entregando el poder a quien está huído de la Justicia? ¿De verdad se puede vivir tan ajeno a la realidad?

Así las cosas hemos entrado en un vacío legal por el que se ha agotado el plazo establecido para votar la primera candidatura. Ahora estamos a expensas de lo que digan sobre el calendario los letrados del Parlamento de Cataluña, que hasta la fecha han demostrado no estar entregados a la voluntad de los golpistas. Pero lo que sabemos con seguridad es que el poder del Estado se sigue aplicando en Cataluña y los ministros del Gobierno de la nación administran las consejerías catalanas con toda normalidad.

Hasta Elsa Artadi, la tapada de Juntos por Cataluña, parece haber actuado con total respeto a la legalidad desde su puesto de directora de coordinación interdepartamental de la Generalidad. Así que si en Cataluña no hay autonomía en este momento, no es porque el Gobierno no quiera devolver el poder y poner fin al 155. Es, simplemente, porque los sediciosos no quieren cumplir la ley de la que emanan sus instituciones. Así que si ellos no tienen prisa por recuperar el autogobierno, no veo por qué la debe de tener el Gobierno que nos representa a todos los españoles. Que siga la cosa igual y se continúe gestionando el día a día de la Generalidad desde Madrid.

Otrosí: Lo más grave de todo este proceso secesionista es el valor que ha adquirido la mentira. Se ha construido todo un entramado político en torno a la falsedad. Mi hermano en la fe católica, Oriol Junqueras, ha propagado mentiras con toda convicción. Y luego se sorprende de que sus golpes de pecho ante el juez no le hayan valido para recuperar la libertad.

La mentira se ha convertido en un instrumento político que una casi mayoría considera válido. Porque yo no me puedo creer que ese 47 por ciento de los catalanes que sufragaron por opciones secesionistas se crean que es cierta la «historia» de Cataluña que les están inculcando sus líderes. Y si se lo creen de verdad, porque nuestra democracia ha entregado el control de la educación a quienes pervierten la mente de nuestros hijos, más nos vale lograr un acuerdo de todos los partidos constitucionales para finiquitar esto. Pero si no ha sido posible ni acabar con la «Radio de las Mil Colinas» del genocidio ruandés que es hoy TV3 porque el PSOE no quiso intervenirla, ¿cómo cree alguien que puede frenarse este arrollador proyecto totalitario? Sólo con el 155 no.

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