Tipos de interés bajos
El entorno para el inversor está marcado por el bajo nivel de los tipos de interés, donde es bastante común[…]
El entorno para el inversor está marcado por el bajo nivel de los tipos de interés, donde es bastante común encontrarse tasas de rentabilidades negativas en los bonos que mayor seguridad ofrecen desde el punto de vista de solvencia del emisor.
Estos niveles de rentabilidad han sido consecuencia de las políticas monetarias expansivas aplicadas por los bancos centrales tras la profunda crisis financiera iniciada en el verano de 2007 y de las expectativas de menor crecimiento potencial.
Esta política monetaria ha iniciado su cambio de signo en Estados Unidos tras la primera subida de tipos por parte de la Reserva Federal en diciembre de 2015, pero las sucesivas alzas serán moderadas, graduales y dilatadas en el tiempo, por lo que previsiblemente no percibiremos cambios drásticos.
¿Qué recomendamos a nuestros inversores? Desde el punto de vista de la banca privada, la máxima es la preservación del capital. El ingrediente básico de las carteras para lograr tal fin son los bonos, ya que ofrecen la combinación de una cierta protección frente a la inflación y un riesgo moderado, sobre todo este último contemplado en el largo plazo.
Nos preocupa que gran parte de los bonos gubernamentales no cubran ni siquiera las expectativas de inflación que tenemos una vez que se corrijan las perturbaciones en la misma derivadas de los movimientos de precios de la energía y nos referimos básicamente al petróleo.
Nuestra expectativa de inflación para el primer semestre de 2017 apunta a que ésta debería estar en el rango de 1- 1,5 por ciento en Europa y en el 2- 2,5 por ciento en Estados Unidos, siempre y cuando no haya nuevos movimientos de precios el crudo.
En este entorno tenemos dos recomendaciones. La primera es mantener la idea de que lo primero es preservar el capital y a continuación rentabilizarlo. Lo decimos porque el bajo entorno de tipos de interés no debe llevarnos a asumir riesgos que no deberíamos; es preferible no rentabilizar un año nuestro patrimonio a exponerle a riesgos no asumibles para cumplir con los requerimientos de preservación del capital.
La segunda idea consiste en abrir la perspectiva del concepto de renta fija; este componente de la cartera debería estar formado no solo por bonos gubernamentales, sino también por bonos corporativos, y no solo los de mayor calidad crediticia, los de grado de inversión (investment grade) sino también los de alto rendimiento (high yield) y los bonos de países emergentes, incluso los denominados en divisa local, cada uno de ellos en la proporción adecuada.
Además de lo anterior, estamos recomendando a nuestros clientes minimizar los riesgos de curva soberana, esto es, acortar los plazos de vencimiento de sus posiciones de deuda pública, porque vemos un binomio rentabilidad/ riesgo muy desfavorable.
Por último, señalar que la categoría de bonos de inflación puede ser una oportunidad si se cumplen nuestras previsiones.
No podemos finalizar este artículo si no destacamos que todas nuestras recomendaciones están dictadas a la vista de nuestra previsión económica, que consiste en un mundo con un crecimiento moderado (ligeramente por debajo del 3 por ciento), pues descartamos una inminente recesión, aunque muchas de las incertidumbres siguen pendientes de resolverse.