Triángulo vicioso
Hablar del triángulo eurodólar, petróleo e inflación exige hacer un ejercicio de reflexión.
Hablar del triángulo eurodólar, petróleo e inflación exige hacer un ejercicio de reflexión. Llevamos semanas argumentando la importancia de estos tres factores y las connotaciones que tienen, tanto en términos positivos como negativos, dentro de la economía.
Si nos fijamos en el par eurodólar, debemos tener en cuenta que se suman dos motivos básicos para ver el claro recorrido bajita que tiene dicho activo. Por un lado la apreciación de un dólar que cada vez ve más cerca la posible subida de tipos de interés apoyado en unos datos macroeconómicos que van en la dirección correcta, siendo Estados Unidos una de las economías que mejor comportamiento mantiene en este ámbito a nivel global, y teniendo en cuenta que el periodo de políticas monetarias expansivas debería estar ya en un punto en el que el cambio vaya en la dirección de normalizar la situación y volver a una economía no condicionada por las medidas expansivas.
Por la parte que le toca al euro, la depreciación seguirá siendo la tónica habitual dentro de la divisa, la incertidumbre sobre la unidad económica y las tensiones geopolíticas en la zona favorecen dicho comportamiento, siendo el condicionante más importante que golpea la decisión del BCE a la hora de aplicar políticas monetarias expansivas, a través de la compra de bonos soberanos de manera masiva, motivo por el cual, según la ley fundamental del mercado sobre oferta y demanda, se requerirán muchos euros y se inundará el mercado de papel que no será fácil de absorber por la economía, teniendo un exceso de oferta, lo que abaratará el coste del activo, en este caso el euro, lo que hace pensar en unas proyecciones futuras para el par que lo conduzca, según vaya pasando el tiempo, a la paridad.
El caso del petróleo, la volatilidad existente en el activo es algo que no veíamos desde hace décadas. Parece haberse estabilizado en un rango de precios pero este rango es demasiado amplio, tenemos en cuenta que la producción sigue siendo estable y debemos de tener presente que hay más petróleo en el mercado que el que realmente se demanda. Producir sigue siendo rentable para algunas economías, pero lo más importante es poder ver caer aún más el precio, lo que es una medida de presión y persuasora para eliminarse competidores por el camino, y quedarse con un nicho de mercado mucho más amplio que el que anteriormente o en la actualidad poseen.
Tanto eurodólar como petróleo se han convertido en factores determinantes para las economías y, en particular, para la europea, todos éramos conocedores de esa circunstancia, pero hubo un punto de inflexión por parte del BCE y en particular de Draghi, que nos tenía acostumbrado a obviar este tipo de noticias. En su comparecencia se atrevió a explicar y fundamentar la importancia de ambos activos en nuestra economía; pero lo realmente sorprendente fue la utilización de estos dos mismos factores como excusa, ya que utilizó en particular el precio del crudo como elemento determinante a la hora de no conseguir, al menos por el momento, un objetivo que se ha vuelto una obsesión, el nivel de la inflación.
Culpó al petróleo de ser motivo fundamental de dejar a la inflación lejos del objetivo perseguido. Argumentó que el euro de continuar en los niveles actuales, incluso por debajo de los mismos, seria de vital importancia para generar al ciudadano de a pie una mayor liquidez que incentivará el consumo y, con ello, mejorar también las presiones deflacionistas en las economías de la zona euro.
Mario parece ser un súper héroe al cual no se le acaban los argumentos para echar balones fuera y no ser única y exclusivamente conocedor de cómo influyen sus políticas en los datos que persigue modificar. En un primer momento, centralizó su discurso en buscar un mayor compromiso por parte de los gobiernos centrales que integran la zona euro, metiendo presión para que los mismos fueran más activos, y ahora ha optado por volcar su discurso hacia nuevos factores exógenos que no le competen de forma directa al BCE y que pertenecen a un mercado en el que no tiene potestad para hacer actuaciones y que repercutan sobre esos factores que enumera y comenta.
Aún así, el mercado ve como positivo las medidas tomadas, pero debemos esperar a las consecuencias que tienen las actuaciones reales del BCE y no focalizar o excusar las cuestiones externas que se vayan produciendo en los activos anteriormente comentados para incrementar la inflación, "El temido fantasma del BCE".