Una mala idea

Detrás del auge de Vox está en gran medida el creciente desafecto popular por el régimen autonómico, un malestar que[…]

Detrás del auge de Vox está en gran medida el creciente desafecto popular por el régimen autonómico, un malestar que ha hecho crisis a partir del conflicto de Cataluña. Cada vez son más los españoles convencidos de que el demarraje separatista tiene su origen en la permisividad del Estado con el programa de «construcción nacional» que el nacionalismo ha desarrollado a través del autogobierno, y tienden a confundir las causas con el efecto. Los patentes y generalizados abusos del diseño territorial -despilfarro, corrupción, desigualdad, clientelismo, elefantiasis administrativa, etcétera- han creado el caldo de cultivo perfecto para que brote un clamor ciudadano exigiendo la reconducción drástica de tanto exceso. Y Vox ha construido un cauce oportunista para ese estado de cabreo al proponer, por fuera de la Constitución, la supresión directa de las autonomías y el retorno a la centralización plena. La complacencia del Gobierno Sánchez con los independentistas a quienes debe el poder ha sido el combustible de la irritada hoguera en que de momento ha ardido el PSOE andaluz y pronto se chamuscará la política nacional entera.

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