Verdad proscrita

Nuestro mundo da miedo. La volubilidad del clima inquieta y las catástrofes naturales parecen encadenarse a un ritmo nuevo y[…]

Nuestro mundo da miedo. La volubilidad del clima inquieta y las catástrofes naturales parecen encadenarse a un ritmo nuevo y frenético. Hay guerras brutales, como en Yemen y Siria; atentados terroristas, epidemias de ébola en África y lacerantes bolsas de pobreza. Numerosos regímenes autoritarios restringen la libertad de sus ciudadanos, de Rusia a Venezuela y empezando por la poderosa China. Europa se ve agobiada por un éxodo de inmigrantes desde una África empobrecida, que llaman a sus puertas en tropel. Además, en Occidente los sueldos están estancados, la desigualdad entre ricos y pobres aumenta y por primera vez muchos padres piensan que sus hijos van a vivir peor que ellos. En Estados Unidos la esperanza de vida ha caído por la epidemia de opiáceos y el aumento de los suicidios. Los ciudadanos de Occidente, desconcertados ante la globalización y el estancamiento de su nivel del vida, desconfían de la democracia liberal. Crecen los partidos populistas, de liderazgo fuerte y con supuestas soluciones para todo, siempre drásticas y simplistas. Por último, la irrupción de la inteligencia artificial y la ingeniería genética nos llena de dudas justificadas.

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