El pinchazo del barril amenaza al dividendo de Repsol y otras petroleras
El petróleo cierra su peor semana desde marzo y pone en entredicho los planes de Repsol y el sector para aumentar el dividendo
El fortín que pretenden construir las grandes petroleras europeas en torno al dividendo se topó con una seria amenaza en el horizonte, el desplome de los precios del crudo.
Gigantes como Repsol, BP, Total y Royal Dutch Shell son conscientes de que deben compensar a sus accionistas tras el impacto sufrido en sus balances por el coronavirus. Y la manera más directa de hacerlo es impulsando los dividendos y las recompras de acciones.
Sin ir más lejos, BP acaba de anunciar un incremento de la remuneración al accionista que mete mucha presión al resto del sector, y en especial a Repsol. Ha sido un tema recurrente durante toda esta semana.
La compañía que preside Antonio Brufau todavía sigue siendo líder en Europa por remuneración a los accionistas, pero el resto de los competidores están recortando la ventaja. Aunque todos se acaban de encontrar el mismo problema, el desplome del barril.
La variante delta tumba al petróleo
La expansión de la variante delta del coronavirus, especialmente en China, disparó los temores del mercado. Difícilmente se podrá sostener la demanda con el gigante asiático decretando nuevos confinamientos y reduciendo su actividad.
Pero los contagios también fueron a más en los Estados Unidos y en otros países asiáticos, como Japón o Indonesia.
Por eso, el petróleo Brent retrocedió alrededor del 6 por ciento en las últimas cinco sesiones y cerró su peor semana desde marzo. Es el mismo porcentaje que pierde el petróleo West Texas.
La OPEP sigue presionando para aumentar la oferta
Por si fueran pocos los problemas, los países de la OPEP y sus aliados siguen teniendo poderosos incentivos para impulsar la producción de petróleo, lo que se traducirá en más presión bajista para los precios.
La pandemia ya les obligó a un recorte histórico de la producción y necesitan incrementar su aportación de crudo al mercado.
Es justo lo que han comenzado a hacer desde este mes de agosto. De esta forma, llegarán al mercado 400.000 barriles más cada mes hasta diciembre.
Algunos países, como los Emiratos Árabes, realizaron fuetes inversiones para incrementar su capacidad de extracción y necesitan recuperar cuanto antes los niveles de producción previos a la pandemia.
La encrucijada de las petroleras
Con menos presiones por el lado de la demanda y más por el de la oferta, los planes desplegados por las petroleras para remunerar a sus accionistas están en entredicho.
Necesitan que el crudo no se venga abajo para sostener la recuperación de sus resultados.
Por ejemplo, Repsol logró en el último trimestre un margen de refino de 2 dólares (frente a los 3,5 dólares recogidos en el plan estratégico), que se vio compensado por los mayores precios del petróleo.
Lo dijo bien claro BP cuando ligó el incremento de los dividendos a una condición indispensable: que el petróleo se mantenga por encima de los 60 dólares.
En unos niveles parecidos se mueve Repsol. La petrolera hizo una revisión de estimaciones al alza tras la presentación de resultados, cuyos cálculos contemplaban un nivel de 65 dólares por barril.
El objetivo es seducir a los accionistas
En el fondo, los mayores retornos para los accionistas que se han conocido esta semana muestran la confianza de las grandes petroleras en que los precios más altos del crudo no sean flor de un día.
El dividendo es el arma más poderosa que tienen en la mano para seducir a los accionistas. Y es importante que lo hagan, justo cuando los gobiernos están impulsando las energías limpias o los coches eléctricos.
Además, los inversores cada vez prestan más atención a activos como los bonos verdes.
Sin ir más lejos, el Tesoro español emitirá en septiembre el primer bono verde su historia a un plazo de veinte años y con el que pretende captar 13.600 millones de euros. La competencia es seria.