La compleja bolsa rusa
¿RECUERDAS? ● Diversificar en Europa del Este siempre ha sido una opción atractiva para el inversor español, aunque no exenta de riesgo
La candidatura de antiguos países satélites de Rusia a entrar en la Unión Europea en 2005 daba un atractivo especial a sus mercados bursátiles. Los activos rusos también entraban en la ecuación. Pero incluso en un momento idóneo, sin invasiones como la de Ucrania en el horizonte, los riesgos de su bolsa eran evidentes.
En 2001, Rusia ya era calificado por los analistas como un país extraordinariamente complejo y conflictivo, donde el inversor podía hallar simultáneamente los mayores potenciales de beneficio, pero también los mayores riesgos, no solo económicos, sino también políticos y legales.
No era un mercado para cualquiera y solo resultaba apto para personas dispuestas a asumir importantes riesgos y con alto componente especulativo. El potencial era enorme, pero en ningún caso era recomendable entrar sin una buena base de información, un asesor experimentado y en el marco de una diversificación donde el porcentaje destinado a Rusia debía forzosamente ser reducido.
La revista Inversión recordaba en su número 382 que buena prueba del riesgo inherente a este mercado fue la gran crisis de agosto de 1998, cuyas secuelas aún se percibían tres años después: el Estado declaró suspensión de pagos de su deuda, lo que afectó a varios bancos e inversores internacionales; numerosas empresas y bancos rusos quebraron, mientras otras entidades financieras congelaron sus depósitos y retuvieron el dinero de los ciudadanos.
En ese momento, el semanario económico analizaba también los desafíos que esperaban a la «era Putin» y las reformas que tenía que poner en marcha. Lo que nadie se esperaba era este baño de sangre que llegaría 20 años después.