Entre 1982 y 1992 la bolsa española salió de la edad de piedra para entrar en la modernidad. En esos años vivió todo tipo de acontecimientos:  boom, crack, opas, reformas. Fue la década en la que tuvieron lugar los cambios más profundos y los acontecimientos más importantes de la historia del mercado de valores español.

El gran despegue de la bolsa española se produjo a finales del 85, después de un par de años que sirvieron de ensayo general. A comienzos de 1986 los gráficos de los índices apuntaron hacia arriba con la precisión de una brújula, mientras que los volúmenes de contratación alcanzaban cotas más a tono con el entorno financiero europeo.

El índice general de Madrid pasó del 100 al 300 por ciento en tan solo 18 meses. Hacer dinero se convirtió en algo sencillo. Todo subía. Los valores serios y los chicharros. Hasta que el crack de 1987 devolvió a la realidad a todos cuantos caminaban un palmo por encima del parqué.

El último tirón bursátil se produjo en la primera mitad de 1991, En agosto de ese año, con la desmembración de la antigua Unión Soviética, algunas otras minicrisis y la tormenta monetaria sufrida en Europa dejaron los índices en los mismos niveles de seis años atrás.

Pero a pesar de esos altibajos, esta década de Felipe González fue positiva para el mercado. Si el propio González hubiese invertido 50 pesetas en la bolsa española a finales de 1982, en octubre de 1992 hubiese tenido 180 pesetas, es decir, la rentabilidad alcanzaría el 267 por ciento, además de los dividendos que hubiese cobrado.

Pero no se libraría del mordisco de la inflación, ya que su dinero valdría cerca de un 90 por ciento menos que diez años atrás.