La invasión que dividió a los líderes mundiales
Bush invadió Irak en 2003 con la justificación de que Huseín ocultaba armas de destrucción masiva. Dividió al Occidente que hoy se une contra Putin
La invasión de Irak dividió a los líderes mundiales, porque no a todos convenció el argumento de que el dictador iraquía Sadam Huseín poseía armas de destrucción masiva. De hecho, nunca se encontraron.
La decisión de declarar la guerra a Irak se gestó en la famosa Cumbre de las Azores, celebrada el 16 de marzo de 2003 con la presencia del presidente de los Estados Unidos, George W, Bush, el primer ministro británico, Tony Blair, y el presidente del Gobierno español, José María Aznar. Como anfitrión actuó el primer ministro portugués, José Manuel Durao Barroso.
El ataque a Irak fue ejecutado por una coalición internacional inferior en número a la que participó en la primera guerra del Golfo Pérsico, porque en esta ocasión no contaba con el respaldo de la ONU.
Aunque los estrategas estadounidenses confiaban en que la guerra acabaría en pocas semanas, se prolongó durante siete años y sus consecuencias devastadoras llegan hasta nuestros días.
A principios de abril de 2003, la revista Inversión reflejaba en sus páginas la agitación que se vivía en las bolsas al calor de las noticias que llegaban del frente iraquí. La volatilidad aumentaba y ofrecía oportunidades para realizar operaciones rentables en una sola sesión. El semanario económico explicaba con detalle cómo hacerlo, qué tipo de valores había que elegir y cuáles eran las herramientas y plataformas adecuadas para operar intradía.
El inversor, en este conflicto, se vio obligado a seguir diariamente el «parte de guerra». Cualquier noticia de avances, bombardeos o prisioneros generaba fuertes movimientos tanto en los índices como en los valores que se podían aprovechar.