La ofensiva europea de Telefónica
¿RECUERDAS? ● Después de meses de rumores y especulaciones, Telefónica puso nombre a su nueva presa: la británica O2
En octubre de 2005, Telefónica dio un giro a su estrategia de apostar por el crecimiento en Latinoamérica y España.
La compra de la operadora británica O2 le permitía dar un salto de calidad al entrar en dos de los mercados de telefonía más importantes del mundo, Gran Bretaña y Alemania. Pero el mercado lo veía de manera diferente y castigaba a su acción.
Más de 1,7 millones de accionistas de Telefónica se mostraban inquietos por la operación y se preguntaban cuál sería el nuevo rumbo de la operadora que presidía entonces César Alierta.
El principal punto de incertidumbre era el notable incremento del endeudamiento de Telefónica. La compra de O2 suponía un coste cercano a los 26.000 millones de euros, la mayor oferta en efectivo presentada hasta ese momento en el Viejo Continente.
Telefónica anunció que no emitiría nuevas acciones, sino que financiaría la operación íntegramente con deuda.
Con ello, la ratio deuda entre ebitda se situaba en torno a las 3 veces, cuando hasta ese momento se situaba en 1,85 veces, el nivel más elevado entre las grandes operadoras europeas.
Después de un largo proceso de mejora de su balance, Telefónica volvía a ver comprometidos sus fundamentales.
La compañía, por su parte, celebraba la operación porque, en su opinión generaría «un impacto positivo» desde el primer momento.
Sin embargo, llegó la crisis financiera y la necesidad de desinvertir para reducir deuda y Telefónica le puso en 2015 el cartel de se vende a O2. La Comisión Europea vetó su venta en 2016 a Hutchison, pero cinco años después se fusionó con Virgin Media.