Un pinchazo de cinco billones de dólares
En marzo del 2000 se desató todo. La burbuja generada por los valores de Internet estalló ese mes y se llevó por delante miles de compañías que hasta unos días antes del inicio de la crisis entusiasmaban a los inversores
Cuando el siglo XX estaba a punto de llegar a su fin, la subida en bolsa de los valores tecnológicos y de Internet parecía que nunca iba a encontrar techo. Entre 1999 y 2000 cualquier compañía que debutaba en bolsa con el sello puntocom era garantía de éxito. No se hablaba de otra cosa.
Los pequeños inversores asaltaron los parqués de todo el mundo porque ganar dinero nunca había parecido tan sencillo. Se hicieron auténticas fortunas.
Hasta que esa inmensa burbuja estalló en marzo de 2000. No hubo casi tiempo para la reacción. La caída fue tan vertical como la subida. La recuperación llevó años.
Las cifras todavía estremecen.En los 18 meses siguientes, el Nasdaq había perdido el 80 por ciento de su valor. Cinco billones de dólares se evaporaron en ese mismo periodo. La conocida como nueva economía había envejecido de golpe.
En España, la burbuja tecnológica está ligada a una compañía, Terra, la entonces filial de Internet de Telefónica. Salió a cotizar por encima de los 11 euros y marcó máximos en 140 euros en febrero de 2000. Cuando dejó de cotizar, en 2005, su precio era de 3,03 euros.
En enero de 2000, la revista Inversión detectaba los primeros signos de desaceleración del mercado tecnológico. El semanario económico se preguntaba si había llegado la hora del pinchazo del globo.com o se trataba de una simple corrección para tomar aire e iniciar una nueva subida.
Las caídas que a principios de ese año registraban los valores de Internet puso de manifiesto, según Inversión, que sus elevadas cotizaciones estaban fuera de cualquier lógica.
La revista llevaba varios números advirtiendo del riesgo de esos títulos con una recomendación clara: solo era adecuado entrar en ellos cuando recortaran sus cotizaciones y separando el grano de la paja. No todas las compañías eran iguales y su valoración era muy compleja.