Así funciona el Mecanismo de Financiación de Renovables europeo que arranca en enero
Busca lograr que los países de la UE más rezagados en renovables puedan aprovechar el impulso de los que mejor han hecho sus deberes
La Unión Europea tiene en el punto de mira que todos los países aceleren de forma inmediata su apuesta por las energías renovables. El objetivo es conseguir la plena descarbonización de la economía en 2050.
Y para conseguir este objetivo, Bruselas ha puesto en marcha distintas iniciativas. Una de ellas es el Mecanismo de Financiación de Renovables, que entrará en vigor este próximo 1 de enero de 2021.
Los objetivos del mecanismo…
Este instrumento de financiación comprende diferentes iniciativas, pero una de las más relevantes es que permitirá que aquellos Estados que van más rezagados se apoyen en países que sí han adelantado sus deberes.
Por ejemplo, si un país de la UE ha hecho progresos insuficientes a la hora de lograr los objetivos que marca Bruselas, podrá compensar ese diferencial gracias a proyectos de renovables que ya estén en marcha en otros Estados, según explica en un informe sobre este mecanismo el despacho de abogados CMS, especializado en regulación.
… Y cómo funciona
De esta forma, los estados pueden tener dos roles: o ser anfitrión de financiación; o ser contribuyente de fondos para proyectos renovables.
Ese reparto de roles consiste en que el país contribuyente busca poner en marcha proyectos de renovables en otros países, por el motivo que sea.
Puede que en ese país no se den las mejores condiciones para una determinada energía (como desarrollar eólica marina en mitad del continente) o considera que ya cuenta con demasiadas instalaciones de una determinada tecnología, por ejemplo, plantas fotovoltaicas.
Los estados pueden tener anfitriones o ser contribuyentes; recibir o financiar proyectos renovables
Ese país contribuyente opta, por tanto, por invertir en renovables en otro estado miembro, con Bruselas como intermediario.
El país receptor recibe la inversión del Estado contribuyente a cambio de compartir los beneficios estadísticos de los proyectos, porque no hay intercambio real de energía entre países. De esta forma, tanto contribuyente como anfitrión se pueden apuntar en su ‘haber’ la reducción de emisiones dentro de sus objetivos como Estado marcados por la UE.
El citado informe del despacho CMS pone como ejemplo un acuerdo entre Luxemburgo y Lituania, para que la energía renovable producida en el país báltico cuente dentro de los objetivos de energía ‘verde’ del Gran Ducado a cambio de una transacción económica.
De esta forma, el Mecanismo que echará a andar con el inicio de 2021 persigue que los Estados de la Unión Europea pueda acelerar la producción de renovables y conseguir los objetivos de reducción de emisiones con una colaboración entre países.
Además, para Bruselas es un modo de impulsar que cada Estado desarrolle, sobre todo, aquellas energías limpias en las que sea más competitivo. También contempla, por ejemplo, impulsar algunas de las que están menos desarrolladas como la eólica marina, cuyos costes de desarrollo son más elevados, y contar con fondos privados para financiar el desarrollo de proyectos.
El papel de Bruselas en cada paso
Hay que recordar que la Unión acaba de marcarse un objetivo más ambicioso en la reducción de emisiones de carbono. En 2030 quiere que los estados las rebajen en un 55% respecto a los niveles de 1990, cuando hasta hace una semana el objetivo era del 40%.
Y, en este Mecanismo, la Comisión Europea se reserva un papel central. En primer lugar, los países que quieran participar como contribuyentes tienen que manifestar su interés al Ejecutivo de la UE.
Deberán concretar qué tecnología quieren desarrollar, que volumen de energía quieren respaldar y que participación en los beneficios estadísticos persiguen. Es decir, que recorte de emisiones quieren apuntarse.
En el lado de los países anfitriones, un movimiento similar. Deben comprometerse a participar, con las condiciones que fije Bruselas.
Y, a partir de ahí, casar la oferta con la demanda. La Comisión Europea evaluará y concederá los proyectos que, siempre, priorizando los precios y costes más bajos, para impulsar así las tecnologías que sean más competitivas en cada país.