Los bancos centrales suspenden en medioambiente
Los 'señores del dinero' de los países dentro del G-20 están muy lejos de contar con políticas definidas en materia de inversión responsable. Solo una entidad cumpliría en este momento
Los bancos centrales no tienen alineadas sus carteras para cumplir con los objetivos climáticos y tienen un largo camino por delante para alinearse -como está haciendo la banca- con los objetivos de descarbonización.
Pese a mostrar su compromiso con los Acuerdos de París y llegar a elaborar un ranking de los bancos centrales más ‘verdes’, el Green Central Banking Scorecard de Positive Money, los supervisores financieros siguen invirtiendo en activos emitidos por compañías altamente contaminantes, de acuerdo con un informe de la plataforma Reclaim Finance.
En él, se analizan las políticas ISR de los 37 bancos centrales del G-20 (incluye a todos los de la Unión Europea) y señala que solamente algunos europeos -y con notables pegas- han incorporado este enfoque dentro de sus políticas.
Consideran todas las carteras manejadas por los bancos centrales (los relacionados con política monetaria, sus propias inversiones, las relacionadas con pensiones y las que gestionan para terceros).
Para Reclaim Finance, las políticas de 9 de esos 14 bancos son “altamente opacas”, mientras que seis de ellos no revelan “ninguna información creíble”.
En este último grupo se incluye a los Estados Unidos, donde el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha centrado su foco en la inflación dejando de lado el aspecto climático. Tras revalidar su mandato, el banquero tendrá otros cuatro años para revertir la situación.
Francia: el único banco central con una política clara
De los bancos analizados por Reclaim Finance, solo cuatro tienen incorporado algún tipo de veto a los combustibles fósiles: Eslovenia, Alemania, Suiza y Francia. Este último es, según el informe, el más avanzado en cuanto a la descarbonización de sus inversiones.
“Con la excepción de Francia, estas restricciones son especialmente limitadas y defectuosas, lo que permite a los bancos continuar financiando el desarrollo de combustibles fósiles y el sector del carbón”, detallan los activistas.
El francés es, precisamente, el organismo que ocupa el primer puesto del Green Central Banking Scorecard, con una puntuación de 52 sobre 130. Le siguen el Banco de Brasil, el Banco Popular de China y el Banco Central Europeo (BCE).
“La mayoría de los bancos centrales ni siquiera han comenzado a pensar en moverse hacia la ecologización de sus carteras”, explica Paul Schreiber, de Reclaim Finance.
Según este experto, la característica más destacada de las políticas de inversión responsable de los bancos centrales “sigue siendo la opacidad”.
“Un campo en el que el BCE debería recibir un premio especial por su negativa a revelar información significativa sobre su política de inversión sostenible”, detalla, y puntualiza que “incluso cuando anuncia su nueva hoja de ruta climática”.
Y es que el BCE protagonizó en julio un cambio de rumbo histórico al anunciar que reflejará criterios de sostenibilidad en su política monetaria, con medidas que incluyen un refuerzo de las estadísticas relacionadas con la descarbonización de las entidades; la exigencia a los Estados comunitarios de la publicación de datos medioambientales en compras de activos o adoptar un mayor enfoque climático en el programa de compras de deuda corporativa.
Un poco antes, el Banco de Inglaterra (BoE, por sus siglas en inglés) ya había anunciado movimientos en su estrategia hasta 2024 para dar más peso a la sostenibilidad en su cartera de activos.
Según Reclaim Finance, salvo el de Francia y el BCE, el resto de bancos centrales están “atrapados en principios de la década de los 2000”.
Además, insiste en la diferencia que los banqueros centrales están haciendo con la banca. Mientras que algunos supervisores están siendo especialmente incisivos con la necesidad de que las entidades financieras avancen en sus políticas de valoración de riesgos climáticos -por ejemplo el BCE-, ellos están yendo por ahora por otro camino.
Qué deben hacer los bancos centrales
Por ello, los activistas reclaman a los bancos centrales que tengan en cuenta una serie de criterios para cumplir con los mismos estándares que piden a las entidades comerciales.
En primer lugar, Reclaim Finance, pide que se pronuncien con un compromiso claro con el objetivo de mantener el cambio climático en los 1,5 grados; para lo que tendrían que alinearse con los compromisos 'cero emisiones' a los que ya están adscritos la banca y muchos inversores institucionales.
Este objetivo parece complicado por el momento, tras las intensas compras de deuda soberana llevadas a cabo en los últimos años. Para que los bancos centrales puedan hacerlo, los propios estados deberían comprometerse.
También reclama una política que prohíba invertir en empresas que realicen nuevos proyectos relacionados con los combustibles fósiles. En este sentido, el activismo ya empieza a reclamar que por cada euro invertido en nuevas financiaciones al petróleo, se exija a la banca un euro en provisiones.
Les pide, además, además comprometerse a abandonar el carbón en 2030 -para las entidades de la OCDE y Europa- y para 2040 en el resto del mundo, lo que supone “abandonar empresas con planes de expansión en el sector”.
Por último, Reclaim Finance exige a las entidades excluir de sus carteras a empresas de petróleo no convencional y gas que obtengan más del 5 por ciento de sus ingresos de estas materias primas.