McDonald’s y su talón de Aquiles con el metano

La compañía sirve más carne de vacuno que cualquier otra cadena de restaurantes del planeta: entre el uno y el dos por ciento del total mundial

Con su extenso imperio de 39.000 restaurantes en 119 países, McDonald’s sirve más carne de vacuno que cualquier otra cadena de restaurantes del planeta: entre el uno y el dos por ciento del total mundial. La venta de cientos de hamburguesas por segundo ha afianzado al gigante de la comida rápida como uno de los grandes agentes del cambio climático

El ganado expulsa grandes cantidades de metano que atrapa el calor, lo que convierte a la carne de vacuno en el alimento más perjudicial para el clima, con un efecto al menos cinco veces superior al de la carne de cerdo o de pollo y más de 15 veces superior al de los frutos secos o las lentejas.

La carne de vacuno es responsable de un tercio de la huella climática de McDonald’s. Con más de 53 millones de toneladas métricas de carbono al año, McDonald’s produce más emisiones que Noruega, y esa cifra sigue en aumento.  

Durante la última década, McDonald’s se ha comprometido a abordar el problema del calentamiento global que subyace a su plato más popular. En 2011, el gigante de la comida rápida ayudó a poner en marcha la Mesa Redonda Global para la Carne de Vacuno Sostenible, un grupo respaldado por el sector cuyo objetivo es mejorar una serie de prácticas ganaderas.

A continuación, la empresa prometió adquirir parte de su carne de vacuno de fuentes sostenibles, y tras esa medida presentó el compromiso de 2018 de reducir la intensidad climática de sus alimentos y envases en un 31 por ciento para 2030. En octubre dio un paso más, anunciando que eliminaría toda su huella climática para 2050.

«Al comer una de nuestras hamburguesas mundialmente famosas, te estás uniendo a un movimiento hacia un futuro más sostenible», declaró McDonald’s en uno de sus informes de situación.

Planes no desarrollados

Pero de un análisis en profundidad de los avances de la empresa, incluyendo una revisión de sus proyectos piloto de sostenibilidad de la carne de vacuno, así como de docenas de entrevistas con antiguos y actuales directivos McDonald’s, ganaderos, expertos del sector y científicos, se deduce que la mayor cadena de hamburgueserías del mundo no ha reducido hasta la fecha el impacto climático de su carne.

«No parece haber ninguna implicación proactiva ni inversión seria por parte de McDonald’s para apoyar a sus proveedores o realizar cambios significativos en su cadena de suministro de carne de vacuno», afirma Nic Lees, profesor titular de gestión del sector agroindustrial en la Universidad Lincoln de Christchurch (Nueva Zelanda), que analiza los programas de sostenibilidad de la carne de vacuno en varios países.

Otras cadenas, como Burger King, Taco Bell, KFC o Pizza Hut también presentan objetivos

Recientemente, otras cadenas de restaurantes han anunciado ambiciosos objetivos climáticos. La compañía matriz de Burger King, Restaurant Brands International, afirmó en septiembre que reducirá a la mitad la intensidad de carbono de los alimentos que sirve para 2030. Brands, propietaria de Taco Bell, KFC y Pizza Hut, ha declarado que reducirá la intensidad de carbono de sus alimentos y envases en un 46 por ciento para el final de la década.

Por su parte, Wendy’s aún está midiendo su huella climática completa antes de establecer lo que afirma que serán unos objetivos climáticos similares. Estos compromisos ponen de manifiesto el enorme reto al que se enfrentan las compañías de comida rápida con marcas creadas en torno a un elemento del menú que es perjudicial para el clima. 

McDonald’s no revela la cantidad de carne de vacuno que vende, pero los responsables de la compañía han afirmado en las presentaciones a los inversores que la carne de vacuno es su «principal categoría del menú y está creciendo» y que las hamburguesas son la clave para ampliar sus ventas.

Las emisiones globales de McDonald’s han aumentado un 7 por ciento desde 2015, pero la compañía afirma que ha reducido la intensidad de las emisiones de sus alimentos y envases, medida por la cantidad de gases de efecto invernadero por tonelada de producto, en casi un 6 por ciento en ese plazo.

Más emisiones, pero menos ‘intensas’

La compañía no ha querido ofrecer detalles sobre cómo ha conseguido esas mejoras. Los directivos de McDonald’s afirman que la compañía ha realizado importantes esfuerzos para limpiar su impacto climático, y que la complicada cadena de suministro de la carne de vacuno requerirá la colaboración de muchas compañías y sectores diferentes. 

«McDonald’s y nuestros socios proveedores llevan más de una década invirtiendo en frenar la deforestación, lograr avances científicos y establecer programas de sostenibilidad en todo el sector», afirma un portavoz en una declaración por escrito.

El eje de los esfuerzos del gigante de la comida rápida ha sido un compromiso de cinco años de duración para adquirir un volumen no especificado de carne de vacuno sostenible en sus diez mayores mercados del mundo, un objetivo que McDonald’s ha afirmado recientemente haber cumplido.

La compañía defiende que en Canadá el 30% de su producto procede de actividades sostenibles

Pero, en muchos casos, la compañía ha comprado carne de vacuno a través de programas de sostenibilidad que en realidad no exigen a los ganaderos que adopten prácticas más respetuosas con el clima. En Canadá, por ejemplo, McDonald’s afirma que el 30 por ciento de la carne de vacuno de sus hamburguesas de cuarto de libra procede ahora de «fuentes sostenibles certificadas», tal y como verifica un programa dirigido por la Mesa Redonda Canadiense para la Carne Sostenible, una organización que McDonald’s ayudó a crear.

La norma de sostenibilidad del programa canadiense, de 60 páginas, no exige a los ganaderos que adopten ninguna práctica de bajas emisiones. Los ganaderos solo tienen que demostrar que son «conscientes de las prácticas de gestión que apoyan la captura de carbono y minimizan las emisiones».

«Es un listón demasiado bajo como para denominarlo sostenible», afirma Darren Vanstone, que ayudó a trabajar en algunos de los criterios del programa canadiense en su antiguo papel como gerente de la organización sin ánimo de lucro World Animal Protection.

Los responsables de la Mesa Redonda Canadiense defienden el programa. Una mayor concienciación entre los productores de ganado conduce a adoptar más prácticas respetuosas con el clima, afirma Monica Hadarits, directora ejecutiva del grupo, que añade que las normas siempre están mejorando. Se espera una nueva versión en 2023.

Otro elemento de énfasis para McDonald’s ha sido su financiación de programas que ayudan a los ganaderos y agricultores a mejorar la salud de sus tierras, lo que a veces permite almacenar más carbono en los suelos. Pero las cantidades en dólares son microscópicas para una compañía que el año pasado percibió 19. 200 millones de dólares en ventas y 4.700 millones en beneficios.

Los movimientos más importantes del año

En uno de sus proyectos más publicitados, McDonald’s colabora con Cargill, la Fundación Walmart y el Fondo Mundial para la Naturaleza para mejorar las prácticas de pastoreo en las Grandes Llanuras del norte de Estados Unidos: 1,6 millones de dólares en cinco años, es decir, unos 320.000 dólares al año.

Por otro lado, McDonald’s se ha asociado con Target, Argill y Nature Conservancy para destinar un total de 8,5 millones de dólares a lo largo de cinco años a mejorar las prácticas de gestión del suelo en Nebraska. McDonald’s no revela su contribución; si distribuyera a partes iguales, el coste sería de 425.000 dólares al año para cada participante. La cuenta anual de McDonald’s para los dos proyectos asciende probablemente a algo más de una hora en términos de sus beneficios netos.

«Algunas compañías como McDonald’s reciben una publicidad muy positiva por asumir estos compromisos», afirma Jennifer Jacquet, profesora asociada de estudios medioambientales en la Universidad de Nueva York. «Pero luego hay muy poco seguimiento y acompañamiento».

Los responsables de McDonald’s defienden el compromiso de la empresa con la carne de vacuno sostenible y señalan que sus esfuerzos han ido mucho más allá de un par de asociaciones. También defienden el enfoque de la empresa, que incluye dejar que el sector de la carne de vacuno defina lo que significa la carne «sostenible». «Si hubiéramos adoptado desde el principio el enfoque de ir a decirle a la comunidad ganadera que hiciera X, Y y Z, habríamos fracasado nada más llegar», afirma Jenny McColloch, directora de sostenibilidad de McDonald’s.

«Lo que hemos hecho es escuchar, conectar, reunirnos y visitar ranchos y granjas… [Queremos] mostrarles que somos socios y que estamos aquí para apoyar a su sector en lugar de decirles que hagan otra cosa». McColloch afirma que este enfoque ha ayudado a McDonald’s a forjar relaciones, confianza y coaliciones en el sector, incluidas varias mesas redondas sobre carne de vacuno sostenible, a lo largo de la última década, de modo que ahora existe un marco para realizar progresos sustanciales. «Estamos en esa etapa de transición», afirma. «Hemos invertido en estos programas región por región los últimos años». 

El problema de la cadena de suministro

Reducir las emisiones de la cadena de suministro de carne de vacuno a nivel mundial es una tarea increíblemente complicada. Aunque McDonald’s se niega a dar detalles concretos sobre su cadena de suministro, los responsables de la compañía han afirmado en otras ocasiones que compran las hamburguesas a unos veinte proveedores de todo el mundo. Estos proveedores de hamburguesas adquieren la carne de vacuno de miles de mataderos, que obtienen el ganado de millones de ranchos y corrales diferentes.

Históricamente, McDonald’s ha interactuado poco con los productores de ganado en el otro extremo de la cadena de suministro de carne. «Los clientes lógicamente perciben a McDonald’s como si tuviera el conocimiento y el control del Big Mac a lo largo de todo el proceso, desde la granja hasta el plato», escribió el ex directivo de McDonald’s Bob Langert en un libro de 2019 sobre los esfuerzos en materia de sostenibilidad de la compañía.

«Pero lo cierto es que sabemos cómo hacer hamburguesas, freír patatas fritas y limpiar los baños, pero no cómo usar antibióticos o criar animales».

Langert, que dejó la empresa en 2015, afirmó en una entrevista que McDonald’s merece un crédito sustancial por embarcarse en estas conversaciones, a veces incómodas, con los productores de ganado, al tiempo que les insta con mano izquierda a pensar más en el impacto ambiental. «Conseguir que reconozcan que la sostenibilidad forma parte del negocio es un gran primer paso», afirma. «Pero ahora es el momento de progresar».

Los ganaderos son hostiles con que una empresa decida cómo deben producir

Pero algunos ganaderos siguen siendo abiertamente hostiles a la idea de que ciertas empresas como McDonald’s se entrometan en los debates sobre la cría de animales. En una conferencia de 2019 organizada por R-CALF USA, un grupo del sector que representa a más de 5000 productores de ganado, el ganadero de Wyoming Tracy Hunt ofreció un discurso de una hora de duración titulado «La verdad sobre la Mesa Redonda Global para la Carne de Vacuno Sostenible».

Bromeó con el linchamiento de uno de los fundadores de la mesa redonda y advirtió a la audiencia de los oscuros motivos que subyacen a la carne de vacuno sostenible. «Se trata de un ataque sin precedentes contra ti, tu familia, tu propiedad privada, tu libertad, tu forma de vida», afirmó. «Quieren dejarlos al margen del negocio». (Contactado por teléfono, Hunt afirma que mantiene su preocupación y califica su comentario sobre el linchamiento de «hipérbole»).

Muchos ganaderos se siguen preguntando quién va a pagar los cambios. Algunos académicos han señalado que el pastoreo rotativo intensivo, el traslado rápido del ganado de un pastizal a otro, que protege la salud de los pastizales y evita el exceso de pastoreo, es una de las formas en que los ganaderos de ciertas zonas pueden almacenar más carbono en sus suelos.

Pero podría costar decenas de miles de dólares en infraestructuras adicionales, como vallados y conducciones de agua. También existe una carga en términos de costes y papeleo para que los ganaderos puedan rastrear y comunicar los datos detallados que necesitarán ciertas marcas, como McDonald’s, para medir con precisión los cambios en su huella de carbono.

«Estos programas requieren mucho tiempo y energía para hacer un seguimiento de esa información», afirma Erika Murphy, del rancho Coyote Creek, una explotación ganadera a las afueras de Steamboat Springs (Colorado). «Si lo hacemos así ¿cómo se nos recompensará por ello? No se ha hablado mucho sobre cómo piensan hacerlo».

El mayor coste de la sostenibilidad

McDonald’s, al igual que otras marcas de comida rápida, es reacia a pagar más por prácticas ganaderas más respetuosas con el clima. «Consideramos que es una responsabilidad de todo el sector y de toda la sociedad ayudar a apoyar estas transiciones, porque no podemos hacerlo solos», afirma McColloch, de McDonald’s.

Parte del problema es que las cadenas de hamburguesas compran carne magra, que solo supone un tercio de la carne que proviene de una vaca. La mayor parte de las reses consiste en filetes y carne para asar más caros, que las empresas de comida rápida no compran.

Las cadenas de comida rápida compran carne magra, que solo representa un tercio de la carne que produce el vacuno

Para una marca como McDonald’s, especializada en la venta de hamburguesas de un dólar, sería especialmente difícil incentivar por sí sola la mejora de las prácticas medioambientales, ya que le resulta difícil recuperar cualquier coste añadido de los clientes, según Leonardo Lima, antiguo director de sostenibilidad de Arcos Dorados, el mayor franquiciado de McDonald’s, que gestiona más de 2200 restaurantes en América Latina.

«Para las compañías como McDonald’s, Burger King y otras, las hamburguesas son como una mercancía; nuestro precio es casi estándar», afirma Lima. «Es un coste que no podemos asumir en nuestros productos». Aunque hay ganaderos que comprenden esta situación, estos también afirman que los avances serán mínimos si no hay fondos adicionales.

McDonald’s ha presentado en su material de marketing a Lyle Perman, un ganadero que cuenta con más de 500 vacas en el rancho Rock Hills de Dakota del Sur, por sus prácticas sostenibles, como la reducción de los fertilizantes sintéticos y su política de barbechos, que promueve la salud de los suelos y puede capturar más carbono.

Pero, según él, para convencer a un gran número de ganaderos de que adopten estas prácticas será necesario un incentivo financiero que actualmente no existe. Perman añade: «Hasta la fecha, el mercado no ha dado señales a los productores de ganado para que recurran a prácticas más sostenibles».

Si uno de los mayores compradores de carne de vacuno del mundo no puede avanzar por sí solo, eso significa que determinados grupos del sector como la Mesa Redonda Mundial para la Carne de Vacuno Sostenible y sus ramificaciones en los diferentes países pueden ir aumentando su peso. Pero el progreso ha sido lentísimo.

Los ganaderos necesitan incentivos económicos para cambiar su modelo de producción

Cuando se creó la mesa redonda mundial hace 10 años, McDonald’s estuvo a punto de abandonar el grupo porque avanzaba a «paso de tortuga», según el libro de Langert. En la actualidad, sigue habiendo muy pocos programas tangibles que vinculen a los grandes compradores y productores de carne de vacuno para incentivar prácticas más respetuosas con el clima.

En Estados Unidos, por ejemplo, McDonald’s se asoció con Tyson Foods y otras empresas para llevar a cabo un proyecto piloto de dos años de duración, con la participación de tres docenas de ganaderos, que pretendía probar cómo se podían aplicar y medir los parámetros de sostenibilidad.

Tras declarar que el proyecto fue un éxito y concluirlo en 2019, McDonald’s no ha anunciado planes para continuar o ampliar un programa de este tipo en Estados Unidos. (En su declaración por escrito, McDonald’s afirmó que «continuará responsabilizándose de una vía cero neta basada en criterios científicos» y que invertirá en soluciones con proveedores, ganaderos, gobiernos y otros socios)

«Unos cuantos proyectos piloto discontinuos y unas mesas redondas voluntarias no son un compromiso audaz y no reflejan la urgencia de la crisis climática», afirma Jennifer Molidor, que dirige las iniciativas de alimentación sostenible del Centro para la Diversidad Biológica, una organización sin ánimo de lucro.

Algunas compañías de comida rápida como McDonald’s podrían modificar ya sus menús para hacer frente a la crisis climática y «redefinir la presentación de la comida rápida en Estados Unidos», añade Molidor. «En lugar de eso, están haciendo una hamburguesa triple con queso».

McDonald’s insiste en que su menú responde a los deseos de sus clientes, que podrían marcharse a otro sitio a comer si se aplicaran cambios significativos. «No nos vemos en condiciones de decirle a la gente qué proteína debe comer por cuestiones medioambientales», afirma McColloch de McDonald’s. Más bien, afirma, la empresa prefiere «asegurarse de que estamos sirviendo esa proteína de la manera más responsable posible».

Pero ese es el dilema de la compañía. Si McDonald’s no quiere orientar a sus clientes hacia alternativas más respetuosas con el clima y afirma tener una capacidad limitada para reducir la huella de la carne de vacuno, ¿cómo puede vender cada vez más hamburguesas mientras declara estar en proceso de descarbonizar drásticamente su actividad?

«Me sorprende el proceso de greenwashing de McDonald’s», afirma Kari Hamerschlag, subdirectora del programa de alimentación y agricultura de la organización sin ánimo de lucro Amigos de la Tierra. «Existe una contradicción fundamental entre el imperativo empresarial de crecer y el imperativo ecológico de reducir las emisiones».

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