Un año más, un año menos

España se ha situado entre las diez mayores potencias del mundo en emisiones de deuda sostenible en 2021. Pero sería positiva una mayor ambición de empresarios y políticos

Tras el cierre de 2021 es el momento de preguntarse cuánto se ha avanzado y cuanto queda por hacer en el terreno de la financiación sostenible, pilar básico para el desarrollo de una economía y una sociedad sostenible. 

Resulta destacable que el entorno incierto en cuanto a la actividad económica y financiera en general no ha frenado la tendencia a la financiación corporativa a través de instrumentos financieros verdes o sostenibles, que sigue su camino ascendente.

Las incertidumbres originadas por la pandemia nos han hecho comprobar que existen amenazas formidables que pueden sobrevenir de manera imprevista y dejar grandes heridas y cicatrices de carácter social y económico, pero también ambientales, llevándonos a ser más conscientes de que también las amenazas climáticas y sus quebrantos son reales, que no están lejos ni afectan solo a otras latitudes. 

Por eso, aunque en este momento el primer objetivo en el compromiso con la sostenibilidad es mantener vivas el mayor número de empresas, con el menor daño para el empleo, la economía y la sociedad en su conjunto, es necesario aprovechar el impulso que ha experimentado la conciencia social y empresarial sobre la necesidad y la urgencia de proteger el medioambiente y los derechos de todos para una transición justa hacia un planeta y una economía más equilibrada y sostenible, y canalizar ingentes recursos financieros para este objetivo. 

Más de 15.000 millones en bonos

Los datos que el Marcador OFISO mostraba a mediados del año señalan como, a pesar de las amenazas en el horizonte social y económico, se confirma esta tendencia positiva en el mercado de bonos sostenibles, con un volumen de 15.103 millones de euros de financiación obtenida en España en la primera mitad del año a través de ellos, y con un crecimiento del 70 por ciento respecto al mismo periodo de 2020. Uno de cada 8 euros emitidos en España entre enero y junio fue un bono sostenible.  

Globalmente, el volumen se elevaba a 443.934 millones de euros y un 123 por ciento de crecimiento. El segmento de los bonos verdes se dispara un 70 por ciento en España y un 109 por ciento en el conjunto mundial. El año 2021 registra además un fuerte impulso en la emisión de Bonos ligados a sostenibilidad (SLB por sus siglas en inglés) que comportan una ampliación del perímetro de emisores en este mercado, que en España ha tenido su primera operación con la realizada por Repsol con este tipo de bonos.  

Los mercados financieros españoles están participando de esta tendencia que ha situado a España entre las diez mayores potencias del mundo en emisiones de deuda sostenible. En los mercados y plataformas de Renta Fija gestionados por BME se han admitido a negociación hasta noviembre 27 emisiones de renta fija verdes, sociales y sostenibles por un importe total de 12.260 millones de euros

La encuesta realizada este año por OFISO que mide el sentimiento de los profesionales de la financiación sostenible de las compañías e instituciones integradas en el Observatorio Español de la Financiación Sostenible – OFISO confirma también esta evolución. No sólo crece la impresión de que la financiación sostenible será un factor de recuperación, nuevas oportunidades y nuevo empleo, como lo considera el 87,5 por ciento de los encuestados, sino que seguirá creciendo la importancia y el peso de los bonos y de los préstamos sostenibles en el conjunto de las fórmulas de financiación corporativa.  

Junto a ello, el 50 por ciento de los encuestados han observado reducciones en los costes financieros de sus instituciones con el uso de la financiación sostenible, frente al 38 por ciento de 2020; y dos terceras partes manifiestan que los analistas vinculan favorablemente el valor de su empresa y su estrategia de financiación sostenible. 

Perspectivas para el nuevo año

¿Qué ocurrirá en 2022?  Esperamos que se consoliden los avances y se llegue más allá. Sin ser optimistas en exceso la reciente COP26 ha supuesto algunos logros aunque también ha vuelto a mostrar las dificultades para avanzar en materias regulatorias en un ámbito multilateral en el que los gobiernos defienden, es inevitable, determinados intereses o carencias locales que sus empresas o sus ciudadanos les reclaman.

Sin embargo, la COP27 que se celebrará en Egipto debe ser más ambiciosa porque el tiempo corre en nuestra contra; debe encontrar más puntos de consenso y un más abultado común denominador en materia de regulación, estandarización y transparencia. 

La Unión Europea tiene además una concreta tarea que es la de la introducción de la Taxonomía, que, aunque ha recibido una primera aprobación, debe aún superar escollos como el de la posible inclusión del gas y la nuclear, que acaba de proponer la Comisión Europea.

Los políticos deben hacer su trabajo y los empresarios y financieros aumentar su ambición. En concreto, el sector financiero en 2022 se enfrentará a los primeros stress test, a mayores requerimientos de divulgación y un escrutinio mucho más severo y riguroso sobre las operaciones financieras sostenibles, bonos o préstamos, para evitar el greenwashing, ganar en transparencia y demostrar que su compromiso es real y creíble. 

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