La detective climática que descubre fugas de metano para la ONU

Itziar Irakulis Loitxate es una estudiante de doctorado de 27 años de la Universidad Politécnica de Valencia que es lo más parecido que tiene el mundo a una policía climática

Itziar Irakulis Loitxate en la Universidad Politécnica de Valencia

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Como un detective en busca de pistas, Itziar Irakulis Loitxate examina el monitor de su ordenador en busca de nubes amarillas en los datos de los satélites que sugieran la presencia de metano, un pernicioso gas de efecto invernadero que puede escapar de la Tierra cuando se produce carbón, petróleo y gas fósil.

Esta estudiante de doctorado de 27 años de la Universidad Politécnica de Valencia no es detective, pero puede que sea lo más parecido que tiene el mundo a una policía climática. Es una de las científicas más destacadas del mundo en teledetección, que utiliza observaciones por satélite para identificar algunas de las emisiones más dañinas.

El año pasado descubrió y publicó un artículo sobre una emisión masiva de metano procedente de una plataforma petrolífera y gasística del Golfo de México que obligó a Petróleos Mexicanos a reconocer la fuga.

Antes de eso, identificó 29 equipos en el país centroasiático de Turkmenistán que emitían tal cantidad de metano que tenían un impacto climático similar al de las emisiones anuales de todos los coches de Alabama.

A medida que las temperaturas récord amenazan con tener un impacto ecológico y humano devastador desde Atenas hasta Phoenix, los gobiernos se ven sometidos a una presión cada vez mayor para tomar medidas que frenen el cambio climático.

Debido al impacto climático a corto plazo del metano -el gas tiene un poder de calentamiento más de 80 veces superior al del dióxido de carbono en sus dos primeras décadas en la atmósfera-, detener las emisiones podría hacer más por aliviar el calentamiento en los próximos años que casi cualquier otra medida por sí sola.

Eso significa que el trabajo de Irakulis Loitxate y sus colegas científicos, que identifican y atribuyen las fugas, es más importante que nunca. En septiembre, empezó a trabajar en el Observatorio Internacional de Emisiones de Metano del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (IMEO), entre otras cosas en una nueva iniciativa llamada Sistema de Alerta y Respuesta al Metano (MARS), que notifica a gobiernos y empresas las fugas de metano de sus infraestructuras de combustibles fósiles.

Ha detectado cientos de nubes de metano en decenas de países

“Cuando encuentro un penacho, busco la fuente. Cuando conozco la fuente, podemos hacer algo al respecto”, afirma Irakulis Loitxate. IMEO ha detectado cientos de nubes de metano en decenas de países y ha alertado a operadores y gobiernos de aproximadamente la mitad de las naciones en las que se han producido grandes emisiones. “Cada vez más países intentan ayudarnos y mejorar el sistema, y son muy receptivos”.

Irakulis Loitxate señala una nube de color amarillo en los datos del satélite que sugieren la presencia de metano.

Los satélites detectan concentraciones de metano desde el espacio observando el modo en que la luz solar se refleja en la Tierra. Cuando la luz atraviesa una nube del gas, su intensidad se debilita en determinadas longitudes de onda. El metano absorbe la luz en la porción infrarroja de onda corta del espectro electromagnético, que es invisible para los humanos.

Para encontrar nubes de este potente gas de efecto invernadero, Irakulis Loitxate trabaja con científicos del Instituto holandés de Investigación Espacial SRON, que extraen imágenes de baja resolución del Sentinel-5P de la Agencia Espacial Europea para identificar puntos calientes de metano en todo el mundo.

Aunque la órbita sólo ofrece una aproximación de la procedencia de un penacho debido a su escasa resolución espacial, el satélite orbita el planeta 14 veces al día y proporciona una cobertura mundial.

Una vez que Irakulis Loitxate ha identificado las zonas con posibles emisores, busca una imagen de la misma zona procedente de satélites de alta resolución como Prisma, de la Agencia Espacial Italiana, o EnMAP, de Alemania.

Estos satélites cubren menos terreno, pero pueden ofrecer imágenes más detalladas de las nubes de metano. Aunque esos satélites no se construyeron explícitamente para observar el gas de efecto invernadero, tienen bandas espectrales que incluyen el infrarrojo de onda corta y las recientes innovaciones en el tratamiento de datos han permitido a los científicos utilizarlos para obtener imágenes de precisión.

Evitar falsos positivos

Dado que los materiales de la superficie terrestre pueden compartir partes del perfil espectral del metano, los algoritmos que procesan los datos de los satélites pueden tener a veces problemas para distinguir entre los llamados artefactos y las plumas de metano, sobre todo en el caso de las emisiones más pequeñas.

Para evitar falsos positivos, los científicos suelen comprobar cada penacho antes de alertar a un operador o al gobierno.

“En muchos casos, las emisiones son difíciles de identificar incluso por humanos si no se tiene un ojo bien entrenado y un conocimiento previo de la zona que se está estudiando”, explica Irakulis Loitxate, investigadora de la Universidad Politécnica de Valencia, que espera defender su doctorado a principios del año que viene.

Aunque la agricultura es la mayor fuente de metano procedente de la actividad humana, seguida de la energía y los residuos, detener las emisiones de los combustibles fósiles es una de las tareas más fáciles en la lucha contra el cambio climático, ya que estas emisiones suelen proceder de grandes fuentes puntuales y existe tecnología para detenerlas.

En la actualidad, el IMEO realiza un seguimiento de unos 125 puntos calientes de combustibles fósiles situados en 27 países diferentes.

El IMEO aún no ha hecho públicas las fugas que rastrea, pero tiene intención de empezar a divulgar alguna información a finales de este año. Pero una ojeada a las observaciones de varios satélites detectores de metano da una idea de los focos que Irakulis Loitxate y sus colegas intentan frenar.

China es el país con más fugas de metano

La Agencia Internacional de la Energía calcula que China es el país con más fugas de metano relacionadas con los combustibles fósiles, debido a sus explotaciones de carbón.

Los datos de Sentinel-5P muestran un sombrío historial de densas nubes del invisible gas congeladas a mitad de su liberación tras escapar de minas subterráneas y de superficie. China se ha negado hasta ahora a sumarse al compromiso mundial contra el metano, liderado por EEUU y la UE y que cuenta con 150 participantes. Aún no ha hecho públicos los detalles.

En la cuenca estadounidense del Pérmico, una de las mayores reservas activas de petróleo y gas del mundo, se observan densos cúmulos sobre partes de Texas y Nuevo México.

Aunque EEUU tiene previsto aplicar el año que viene nuevas normas sobre el metano que incluirán multas para los operadores que superen los umbrales, muchos de ellos siguen emitiendo este potente gas de efecto invernadero directamente a la atmósfera.

Uno de los objetivos del IMEO, a través de su iniciativa MARS, es identificar y detener a los llamados superemisores, grandes fugas que, según las investigaciones, representan hasta el 12 por ciento de las emisiones procedentes de la producción y el transporte de petróleo y gas.

Una reciente fuga en Kazajstán captada por los satélites Sentinel-5P y Prisma ilustra el peligro que representan estos fenómenos. La fuga, que comenzó el 9 de junio tras la explosión de un pozo de gas natural, seguía produciéndose el 21 de septiembre, según un análisis de los datos de satélite de Kayrros SAS, que estimó un índice de emisiones de entre 35 y 107 toneladas métricas por hora. Suponiendo que la emisión haya sido constante, su impacto climático a corto plazo equivale a las emisiones anuales de entre 1,6 y 4,8 millones de coches estadounidenses.

Pero la transparencia climática generada por las observaciones por satélite y científicos como Irakulis Loitxate están aumentando la concienciación sobre el devastador impacto que tienen las fugas de metano en el planeta. Esto ha empezado a desencadenar medidas más contundentes por parte de las autoridades.

“Los gobiernos y los operadores de combustibles fósiles están cada vez más preocupados por el problema del metano”, afirma Irakulis Loitxate. “En algunos países no les preocupaba, pero ahora, con un poco de formación y educación se dan cuenta de que es un gran problema y deben hacer algo”.

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