Los inversores en el mercado de deuda pública de China, de 11 billones de dólares, nunca han sido tan pesimistas sobre la segunda mayor economía del mundo, y algunos apuestan ahora por una espiral deflacionista similar a la de Japón en la década de 1990.

Los rendimientos de los bonos soberanos chinos con vencimiento a 10 años han caído en las últimas semanas a mínimos históricos, creando una brecha sin precedentes de 300 puntos básicos con sus homólogos estadounidenses, a pesar de las medidas de estímulo económico anunciadas por el gobierno del presidente Xi Jinping.