La banca española se dispone a cerrar el año de la pandemia con las cotizaciones lejos de los mínimos anuales y con buena parte de los deberes hechos pero ya descontados por el mercado. El impacto de los resultados será neutral y no debería ofrecer grandes sorpresas negativas en algunas de las magnitudes más seguidas por el mercado, como el coste del riesgo, el margen de intereses o las provisiones. 

Las cifras mostrarán que hubo más actividad y más volumen del que se podría llegar a pensar dada la situación que ha vivido el país. Con todo, es un sector cargado de incertidumbres, empezando por el proceso de concentración, todavía abierto, el veto a los dividendos o los bajos tipos de interés.