El colapso del precio del petróleo, y en general de los combustibles fósiles, durante la etapa más cruda de los confinamientos parecía responder a una combinación de elementos coyunturales, como es la caída de la demanda derivada de las restricciones a la movilidad, así como otros más estructurales, como es la expectativa de paulatina sustitución por otras energías que no emiten gases efecto invernadero, como es el CO2.

No obstante, hemos asistido a un destacado repunte desde los mínimos, alrededor de 36 dólares en el Brent, hasta los 70 dólares actuales. Y este valor es inusual para lo que ha ocurrido con el Brent en los cinco últimos años, pues básicamente ha oscilado entre los 55 y 65 dólares.