La cuarta revolución

Los avances en computación y la transición energética se dan la mano para alumbrar un nuevo escenario clave para el inversor

La revolución tecnológica surgida de Internet ha dado una nueva vuelta de tuerca con la introducción cada vez mayor de la inteligencia artificial, el big data, la nube y otras herramientas de computación avanzada en todos los ámbitos de la vida. Una realidad a la que ahora se une una tercera derivada: la transición energética. En conjunto, se trata de una auténtica era de disrupción y cambio global que el inversor debe tener muy en cuenta si no quiere acabar como aquellos potentados que apostaron por la ganadería equina en plena expansión de la locomotora de vapor, allá por 1850.

Y es que esta cuarta revolución industrial está llamada a remover los cimientos de la sociedad y la economía actuales tanto como lo hicieron sus predecesoras, sino más. Recordemos, por ejemplo, que la creación de la máquina de vapor de James Watt, en el siglo XVIII, permitió mecanizar la producción y el transporte, favoreciendo el éxodo rural y la emergencia de las sociedades urbanas durante la primera revolución industrial. Un siglo más tarde, la invención de la electricidad favoreció la producción a gran escala; mientras que la tercera revolución se abrió paso a mediados del siglo pasado, cuando los avances informáticos facilitaron una progresiva automatización de la economía.

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