El parto más complicado de la bolsa
El 24 de abril de 1989, abría sus puertas en la bolsa española el Mercado Continuo. Supuso una revolucionaria forma de contratación
El Mercado Continuo es actualmente una herramienta muy familiar para los inversores españoles, ya que concentra a todas las compañías cotizadas en el parqué. Pero en el momento de su estreno, en 1989, la incertidumbre sobre cómo iba a ser su evolución era máxima. La modernidad llegaba a la bolsa española, pero no fue un parto sencillo.
El temor surgía de la falta de definición de numerosos aspectos relacionados con esta novedosa forma de contratación electrónica. Por ejemplo, a cuatro días de su inicio, algo tan nimio como el horario del nuevo mercado no estaba aún definido por la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
En los primeros simulacros del sistema, algunas líneas telefónicas se caían, dejando las pantallas sin cotizaciones.
«¿Qué hacemos en momentos como ese?» «¿Nos ponemos a cotizar de viva voz contra el ordenador?», se preguntaba en la revista Inversión Koska Cubas, de Beta Capital.
El entrenamiento del personal era, sin embargo, lo que más preocupaba en los despachos de los agentes. Aunque se llevaron a cabo cursillos de formación, el aprendizaje era lento y difícil.
Además, estaba previsto que los operadores más experimentados se quedaran en el parqué, ya que el Mercado de Corros y el Continuo tenían que convivir durante bastante tiempo.
La integración total de los valores en el Mercado Continuo fue muy lenta. En un primer momento, solo cinco valores se podían contratar electrónicamente: Papelera Española, Nissan Motor Ibérica, Altos Hornos de Vizcaya, Tubacex y Nueva Montaña Quijano.
El plan era ir introduciendo paquetes de cinco valores cada mes con el objetivo de tener introducida toda la renta variable en un plazo de doce meses y la renta fija a finales de 1990. El Mercado de Corros permaneció activo hasta 2009.