El colapso en apenas tres días de terra y de su moneda estable, el UST, ha demostrado que ningún proyecto criptográfico está exento de riesgos, por muy sólido que parezca. Sobre el papel, el de terra lo era gracias al conjunto de aplicaciones descentralizadas que había logrado implementar en su cadena de bloques. Todo ha quedado reducido a cenizas, más de 60.000 millones de dólares evaporados contando con la capitalización de terra y la del UST. 

Los expertos consultados por Inversión consideran que estas pérdidas son irrecuperables en la medida en que el proyecto está herido de muerte. La cuestión es si el mercado cripto en su conjunto recuperará la confianza. Y lo que es más importante, si los inversores habrán aprendido la lección y serán capaces de discernir entre los buenos proyectos a futuro de aquellos que pueden ser la próxima amenaza.