Decepcionados con el comportamiento de la renta variable y la renta fija, los grandes patrimonios cambian de estrategia. Dejan de lado las acciones y los bonos y ponen en el punto de mira al capital privado, que en los últimos años está generando una interesante rentabilidad.

Para el pequeño inversor, que se suele inspirar en las decisiones que toman los grandes inversores cuando los mercados están revueltos, no es sencillo replicar esta estrategia, que tradicionalmente ha estado vetada a los minoristas.

Pero la situación está cambiando. Gracias a la iniciativa de un grupo de gestoras de fondos que apuestan por lo que se conoce como la democratización de las inversiones, el universo del capital privado se abre al pequeño inversor, que puede ampliar las fuentes de rentabilidad en un momento crítico para la gestión de su patrimonio.

Las nuevas tecnologías y los cambios normativos que buscan, sobre todo la protección de este perfil de inversor, también ayudan a este salto de calidad a la hora de acceder a nuevos activos. El abanico de productos, en estos momentos, no es muy amplio. Pero poco a poco va permitiendo las primeras incursiones.

Eso sí, aunque las herramientas sean novedosas, los principios que deben regir estas inversiones son los de siempre.