Un musical para «Sánchez y el rey»

El malestar del rey incluye a Sánchez y a los «verdaderos socialistas», incapaces de recuperar el control del partido. En Ermua, Felipe VI dejó en evidencia la distancia que le separa del actual jefe del Ejecutivo. ¿Pero fue siempre así?

Las cabezas coronadas son objeto de un escrutinio muy particular en las monarquías occidentales. Pese a que están obligadas por sus respectivas constituciones a reinar con una estricta imparcialidad, en situaciones políticas difíciles se tiende a analizar el significado de sus gestos, de sus palabras o de sus silencios para determinar si el monarca está emitiendo veladamente una opinión o dirigiendo un mensaje críptico al poder Ejecutivo.

Las monarquías han sobrevivido en los sistemas democráticos solo porque se han sometido a las reglas del Estado de derecho y de la soberanía popular, representada en los parlamentos. Sin embargo, la relación entre la corona y el resto de la arquitectura institucional de un país se canaliza fundamentalmente a través del Gobierno de turno. La reserva que exige esa relación es, precisamente, la que estimula la curiosidad, en ocasiones morbosa.

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