Hacia el año 3.500 a.C., los marinos egipcios empezaron a colgar tejidos de juncos sobre los barcos con el fin de aprovechar el viento para impulsarlos a lo largo del Nilo, así fue cómo inventaron los primeros barcos de vela y permitieron el comercio marítimo.  

Hoy en día, los transportistas marítimos modernos están adaptando esta antigua tecnología en una carrera por abordar ni más ni menos que el reto del siglo XXI de las emisiones de gases de efecto invernadero.