Cuando las cajas se crecían ante la banca

En 1992, las cajas de ahorros se crecían ante el reto de competir con la banca. Su imagen, calidad de servicio y trato de su personal mejoraba día a día. Nadie se podía imaginar lo que pasaría años después

En la década de los 90, las cajas de ahorro se resistían a ser el pariente pobre del sector financiero. Recogían el guante de la competencia lanzado por los bancos y se crecían ante el reto.

Portada de Inversión del 27/03/1992

En ese momento destacaban por su buena imagen, calidad de servicio y trato personal, pero tenían puntos débiles. Por ejemplo, las largas colas que tenían que soportar sus clientes ante las ventanillas para ser atendidos. También, la carencia de una imagen de solvencia y seguridad ante los ahorradores era su talón de Aquiles.

Pero a pesar de todo, cada vez se parecían más a los bancos y funcionaban como tales.

Además, se sentían respaldadas por los resultados obtenidos en 1991, que acababan de hacer públicos. Las cajas en ese ejercicio incrementaban su beneficio un 30 por ciento respecto al año anterior, mientras que los bancos solo los mejoraron en un 4 por ciento. También, las cajas incrementaron con fuerza sus depósitos ese mismo año. Caja Postal, Cajamadrid y La Caixa eran las entidades que registraron un crecimiento mayor en este campo.

Otro capítulo que beneficiaba a las cajas era el de las comisiones, ya que aparecían mejor colocadas que los bancos en este apartado. Por regla general, la banca tenía estipulados precios superiores para el cobro de servicios. Por ello, las entidades de ahorro tenían una mayor margen de maniobra. En general, los clientes identificaban a los bancos como más caros que las cajas.

Pero este sueño de competir y superar a la banca tradicional quedó roto unos años después, con la crisis financiera.

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