El sector inmobiliario es un caballo de sangre salvaje al que la última crisis financiera dejó medio domesticado. En todo caso, es un animal sensible al entorno, mucho más de lo que se suele percibir. La macroeconomía y los eventos
inesperados lo sacuden.  

Lejos de lo que suele pensarse, la vivienda no es siempre un valor seguro como apuesta especulativa a corto y medio plazo. Los cambios en los precios inmobiliarios tienen sus propios ciclos y oscilaciones. Algunos de frecuencia muy corta.