Europa puede blindarse contra la coerción arancelaria: más unión y menos regulación

El enfoque más efectivo que Bruselas podría desplegar contra los aranceles de Donald Trump consistiría en centrarse en el crecimiento de la economía interna de la UE

Donald Trump, presidente de EEUU.

¿El futuro del acero europeo está Alabama, en Estados Unidos? Allí es donde ArcelorMittal SA, con sede en Luxemburgo, está invirtiendo 1.200 millones de dólares en una nueva planta para satisfacer la demanda del sector automovilístico, al mismo tiempo que recorta puestos de trabajo y plantas en su país en medio de la crisis "existencial" que vive Europa debido al aumento de los costes energéticos y las importaciones asiáticas baratas. Arcelor ha advertido de que todas sus plantas europeas corren el riesgo de cerrar; la unidad de acero de su rival alemán Thyssenkrupp AG planea recortar el 40% de su plantilla en los próximos años.

Es una tendencia Donald Trump sin duda espera acelerar mientras se prepara para aplicar aranceles del 25% a las importaciones de acero y aluminio este mes, junto con una advertencia confusa de aranceles similares a "automóviles y todas las demás cosas" compradas a la Unión Europea, una organización que, según él, fue creada para "joder" a Estados Unidos (irónicamente, la integración europea comenzó con la libre circulación de acero y carbón, con pleno apoyo de Estados Unidos). En el peor de los casos, los gravámenes podrían costar al sector siderúrgico europeo otros 12.000 puestos de trabajo y obligar a los fabricantes de automóviles a trasladar la producción a Estados Unidos, según los analistas de Bloomberg Intelligence.

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