Hace poco más de una década que el BCE subió los tipos por última vez. Y desde 2016, quedaron reducidos a cero. Los ahorradores de perfil conservador se quedaron sin opciones rentables. Ni depósitos bancarios, ni cuentas, como era lógico, retribuían a los ahorradores.

Entonces se habló de la necesidad de que estos perfiles asumieran algo más de riesgo, de dar el paso de ahorrador a inversor para conseguir rentabilizar su dinero. Muchos de ellos lo hicieron, aunque la mayoría no se sintieron cómodos en ese nuevo rol. 

Además, el mercado no les acompañó en esa difícil travesía. Todavía recuerdan el descalabro de los últimos meses de 2018, cuando todos los activos registraron fuertes pérdidas. O los durísimos meses iniciales de la pandemia. Y, ahora, por supuesto, la inflación desatada y agravada por la guerra de Ucrania.

Por eso, en la agresiva subida de los tipos de interés por parte de los bancos centrales, que abre la puerta a una atractiva remuneración del pasivo, han encontrado la justificación para un cambio de papel. Dejarán de ser inversores para volver a ser ahorradores. Ya no mirarán, agobiados, cada cinco minutos, cómo van sus inversiones.

Su dinero, a partir de este momento, estará en productos sin riesgo y podrán dormir tranquilos. También están de enhorabuena los que adoptaron posiciones extremas y, como se suele decir, prefirieron dejar los ahorros «debajo del colchón». Su momento también ha llegado.