¿De qué se defiende Sánchez?

Si Sánchez renueva el CGPJ mediante un acuerdo con el PP, veremos si el presidente estaba secuestrado o, simplemente, simulando por los PGE

Si Sánchez renueva el CGPJ mediante un acuerdo con el PP, veremos si el presidente estaba secuestrado o, simplemente, simulando por los PGE

Desde el fin de semana del domingo 15 de noviembre, Pedro Sánchez ha sido un presidente del Gobierno instalado en la incomodidad. Toda su acción política en estas semanas ha consistido en defenderse. Lo ha hecho al omitir, con muy poco disimulo, el nombre de Bildu en sus comparecencias en el Senado y el Congreso.

También estuvo a la defensiva cuando programó una reunión de la Fundación Centro para la Memoria de las Víctimas del Terrorismo pocos días después de que Pablo Iglesias ungiera a Bildu como elemento de «la dirección del Estado».

Que Sánchez se está defendiendo lo ratifica el hecho de que en solo 10 días ha sentido dos veces la necesidad de dirigirse a los votantes y militantes del PSOE. «Mientras el PSOE empuñe el timón del Gobierno, la Constitución regirá en España de un punto a otro y de principio a fin. Vamos a defender la Constitución a las duras y las maduras», dijo el sábado 28 de noviembre.

¿De qué se defiende Pedro Sánchez?

  • Obviamente, del malestar que provocó el apoyo de Bildu y ERC a sus presupuestos y de las concesiones que se presuponen a cambio.
  • De los barones del PSOE que se quejaron de la falta de liderazgo socialista ante el «primer ministro» Iglesias.
  • Del viejo PSOE, el de Felipe González y Alfonso Guerra, que comparecieron en los medios de comunicación para reprocharle su política.
  • De Europa, que deja en evidencia que su Gobierno mintió respecto al IVA de las mascarillas (ocultó que, desde el 3 de abril, podía bajarlo) y que nunca le pidió que reformara el delito de rebelión.
  • Y de algunos de los miembros de su gabinete que pensaban que había margen para sustituir a ERC y Bildu por Ciudadanos y otros partidos.

El asunto debe tener cierta importancia para el presidente porque, si no, no se explica que Sánchez haya estado tantos días mandando mensajes a la defensiva.

Algunos piensan que pueden ser los mensajes de un secuestrado, señales discretas para decirnos que no está actuando libremente porque el presidente no ha hecho la única cosa que podía haber cortado de raíz las especulaciones: frenar los esfuerzos de Iglesias en pos de enseñarle a todo el mundo que estos presupuestos salen adelante gracias a sus negociaciones con ERC y Bildu.

Proyecto de izquierdas

El lunes pasado, un Iglesias triunfal y exultante se presentó en La Sexta ante Antonio García Ferreras para sacar pecho y congratularse de la participación de Bildu en la «dirección» del Estado. Su intervención fue tan contundente que quedó claro que sigue ejerciendo de «primer ministro» del jefe de Gobierno sin cortapisas.

Es evidente, por las declaraciones de Arnaldo Otegi, el líder de Bildu; y de Gabriel Rufián, el portavoz de ERC en Madrid, que Iglesias les ha ofrecido a ambos un proyecto de izquierdas adornado con ideales republicanos y con la posibilidad de reactivar sus proyectos independentistas que espera que Sánchez acabe aceptando.

Otegi no lo ocultó en una entrevista en la TV catalana: «La república independiente vasca pasa por decir ‘sí’ a los presupuestos». 

El presidente del Gobierno lleva 15 días a la defensiva, enviando mensajes para cohesionar a sus votantes, atónitos ante los proyectos de Iglesias para España

En esa misma entrevista, Otegi negó que su apoyo tuviera como contrapartida el acercamiento de presos de ETA al País Vasco pero, cinco días después, su portavoz parlamentaria, Mertxe Aizpurua, admitió que los presos eran parte del acuerdo.

«Se han dado pasos en los tres objetivos de la izquierda soberanista», dijo Aizpurua y enumeró: «Defender y ampliar los derechos sociales y laborales de la gente; avanzar en la plurinacionalidad del Estado impulsando el diálogo y el reconocimiento para la solución del conflicto político entre Euskal Herria y el Estado español, y transitar hacia una política penitenciaria que deje atrás la excepcionalidad, avanzando así en la construcción de la paz, la convivencia y la normalización».

Sin palanca

Pero la palanca que le permite a Iglesias su cómodo margen de maniobra actual se agota una vez que los presupuestos estén aprobados. En ese momento, como sostuvo en su portada el diario El País en lo que parece un inesperado lapsus freudiano, Sánchez se habrá garantizado la posibilidad de llegar hasta 2023, el último año de la legislatura.

Es verdad que las cuentas públicas se deben aprobar anualmente pero, como se sentó el precedente de que los presupuestos de Cristóbal Montoro, aprobados en 2018, han servido para tres ejercicios, hay asesores del Gobierno que ya están buscando argumentos para tirar otros tres ejercicios con los primeros presupuestos de Sánchez.

Al menos, ya no le podrán reprochar que está gobernando con las cuentas del PP y el Gobierno de coalición dejará de comerse los presupuestos «con patatas» como les auguró Mariano Rajoy en su despedida.

El apoyo de Bildu y ERC a los presupuestos del Gobierno ha puesto a prueba las costuras del PSOE

Hay que reconocer que las cuentas han avanzado rápidamente en el proceso parlamentario, pese a la complejidad de la negociación. Nunca diez partidos distintos habían intervenido en su elaboración, aunque lo cierto es que el asunto ya venía muy masticado en el anteproyecto de ley negociado por la ministra María Jesús Montero y Nacho Álvarez.

La parte política, donde han intervenido Adriana Lastra y Rafael Simancas, ha funcionado sin mayores problemas, con Pablo Echenique jugando su papel provocador de irritar a Ciudadanos, a los que Podemos no querían en el acuerdo.

Pero todo ha salido rodado para el Gobierno porque Europa ha puesto 27.000 millones de euros sobre la mesa y eso ha permitido que las cuentas sean expansivas y permitan contentar a todos. Sin la solidaridad europea, las cosas habrían sido muy distintas, sobre todo con un déficit que este año se irá por encima del 12 por ciento y una deuda pública que en septiembre sobrepasó el 114 por ciento del PIB y que el Gobierno espera que acabe el año en el 118 por ciento.

Elecciones catalanas

Con el fin del proceso presupuestario se cierra un ciclo que se inició en agosto y es muy probable que el tono del presidente cambie cuando se sienta menos dependiente de Iglesias.

El líder de Podemos está ansioso por demostrar su influencia en el rediseño del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), aunque es casi seguro que, superada la discusión presupuestaria, carecerá del peso específico para arrastrar a Sánchez en el camino de la reforma legal que ha puesto en alerta a Europa, amenaza que esgrimió en La Sexta. 

Es en ese momento, cuando mengüe el poder de Iglesias, cuando se abrirá la venta de oportunidad para que Sánchez consiga otro de sus objetivos que es la renovación del CGPJ mediante un acuerdo con el PP. Ahí es cuando veremos si el presidente estaba secuestrado o, simplemente, estaba simulando.    

Lo que Colau y los suyos temen es que acabe repitiéndose en Cataluña lo que sucedió en las autonómicas vascas

A partir de ahí, la siguiente prueba de Sánchez son las elecciones catalanas del 14 de febrero, donde el Gobierno espera una victoria de ERC.

En Cataluña las cosas se ven más auspiciosas para los socialistas que para los seguidores de Iglesias. Las dos facciones de la izquierda no nacionalista (Comunes y Podem) están empezando a negociar las listas para las elecciones de febrero y el ambiente no es optimista. Ada Colau, que ha sido la figura hegemónica en Barcelona, teme un bajón electoral como consecuencia de las políticas de Iglesias en Madrid, donde su acercamiento a ERC erosiona su identidad local.

Lo que Colau y los suyos temen es que acabe repitiéndose en Cataluña lo que sucedió en las elecciones autonómicas vascas, donde el partido más castigado fue Elkarrekin Podemos, que bajó de 10 a 5 escaños en el Parlamento vasco y perdió 85.000 votos. Iglesias impulsó una estrategia que ayudó a Bildu de la misma manera que ahora podría ayudar a ERC.

Al descalabro vasco contribuyó la pelea con Equo Berdeak, que sumaba otro diputado hasta totalizar una coalición con 11 escaños, y que fue excluido por haber concurrido con Más País a las generales de 2019. Una situación similar se está reproduciendo en Cataluña después de unas primarias cruzadas por acusaciones de pucherazo.  


Este artículo se publicó en la sección Coyuntura del número 1.167 (9 de enero de 2020). El texto original se ha editado para su lectura en pantalla, simplificando frases y párrafos. Suscríbase al plan Papel para recibir la revista impresa cada semana y ahorrar, además, un 7 por ciento sobre el precio de quiosco.

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