El euro digital se impone a la indiferencia por las criptomonedas
Cuando los tecnócratas matan moscas a cañonazos, fallar es un riesgo real. Y si el euro requirió una dura negociación entre Mitterrand y Kohl, tal vez su versión digital necesite un toque más político
El euro digital, como muchas propuestas de los bancos centrales para emitir efectivo virtual, se ha instalado hasta ahora en un punto óptimo de la política: máxima imaginación, mínima ejecución. Soñar con fichas, billeteras o libros de contabilidad que puedan ser una moneda fiduciaria a prueba de bitcoins u otras monedas estables es más fácil y económico que hacerlo de verdad.
Sin embargo, a medida que se avecinan los plazos para pasar de los documentos técnicos llenos de jerga a una decisión real sobre si seguir adelante, los pasos se dan torpemente a medida que se vislumbran grandes riesgos.