La gran sorpresa positiva en pleno ataque de la inflación ha sido el IBEX 35. El indicador español se ha sacudido esa imagen de que cae más que nadie cuando vienen mal dadas y sube menos que nadie en episodios de recuperación.

La crisis de la pandemia dejó al índice muy tocado. De hecho, se ha quedado solo en sus intentonas de recuperar los niveles en los que cotizaba antes de que irrumpiera el Covid-19. Mientras que el resto de índices han superado con claridad las cotizaciones de febrero de 2020, al IBEX 35 todavía le queda mucho trabajo.

Ahora, con esta incierta situación provocada por el giro en la política monetaria de los bancos centrales y agravada por la invasión rusa de Ucrania y una inflación desbocada, parecía que el hundimiento del IBEX 35 iba a ser definitivo.

Pero en esta ocasión, las previsiones han fallado. El índice español puede presumir de un mejor comportamiento que su competencia. Se ha tomado la revancha de lo sucedido en la pandemia.

Por una vez, su escasa diversificación, el que sus componentes estén concentrados en muy pocos sectores, juega a su favor. En un escenario inflacionista y de subidas de tipos, los bancos y las eléctricas se comportan mejor.

Los gestores vuelven a mirar al IBEX. Pero no hay que engañarse. El éxito será efímero. Muy pronto regresará a su negativa realidad.