Las dos caras del dólar
EDITORIAL ● El billete verde ha dado alegrías a los inversores, pero es una fuente de problemas para las economías globales
El dólar ha sido el único activo que ha dado calor en los tres primeros trimestres del año a los inversores. Todos los que buscaron cobijo bajo el manto del billete verde acertaron. Su revalorización ha ido creciendo conforme la Reserva Federal pisaba el acelerador con los tipos de interés.
En el tercer trimestre ha subido otro 7 por ciento, por lo que en nueve meses las ganancias frente a las principales divisas se elevan al 17 por ciento.
No está mal, si tenemos en cuenta que los índices bursátiles globales pierden en el año un 25 por ciento de media. Y que el mercado de bonos puede cerrar el ejercicio con unas pérdidas que no se veían desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Pero esta felicidad que acompaña a los inversores que acertaron en su apuesta por el dólar es la cara amable. El billete verde tiene otra cara, oscura y muy preocupante, por la inestabilidad que está provocando en las economías globales, muy impactadas por su fortaleza. De momento, la Administración Biden se siente cómoda y no tiene ninguna prisa por actuar.
Las exportaciones crecen a un buen ritmo, nada que ver con lo que sucedió con el Acuerdo de Plaza de 1985 para frenar el avance del dólar. Entonces, las protestas eran frecuentes entre la industria y los agricultores estadounidenses que veían cómo perdían competitividad por culpa de su robusta moneda.
Sin embargo, son numerosos los expertos que cuestionan ahora que se pueda mantener mucho más tiempo esta fortaleza del dólar sin provocar daños.