Mientras los políticos vean las pensiones como una herramienta electoral, como una máquina de conseguir votos, las reformas que pongan en marcha no serán de fiar. Todas son cortoplacistas, destinadas a poner parches que eviten poner en riesgo las perspectivas electorales. 

Los políticos, en España, nunca han sido honestos con esta cuestión, siempre han tratado de esconder el debate a la sociedad. Tuvieron una gran oportunidad cuando anunciaron que iban a enviar una carta a los mayores de 50 años para comunicarles la pensión estimada que iban a cobrar al jubilarse. La carta, como era de esperar, nunca salió de los despachos ministeriales. Ni se espera que salga. Por eso, en permanente campaña electoral poco se puede esperar de la reforma de las pensiones que cocina por fases y a fuego lento el ministro de la Seguridad Social, José Luis Escrivá. Si aspira a una mejor jubilación, olvídese de esta reforma y planifique sus ahorros de cara a un episodio muy importante de la vida. Si no diseña un plan para complementar la pensión pública, el futuro se complica.