Podría haber sido peor. La imprudente decisión del presidente de Francia, Emmanuel Macron, de convocar elecciones legislativas después de que la derechista Agrupación Nacional (RN) ganara las elecciones al Parlamento Europeo no facilitó, como casi sucede, un nuevo gobierno de extrema derecha en la segunda economía del euro. No estamos, por tanto, ante ninguna crisis constitucional ni ante ninguna amenaza inmediata a la existencia de la moneda única.

Sin embargo, todo desembocó en un desastre desmesurado que probablemente complicará aún más la gobernanza del país. No fue tan contraproducente como el referéndum sobre el Brexit de David Cameron, o el que Charles de Gaulle se sintió obligado a convocar después de las protestas de mayo de 1968, pero aun así fue un grave error.